El canto y la música son dones de Dios con los que también lo alabamos y bendecimos. Contamos con un inmenso acervo acumulado en el tiempo, que da variedad y excelencia a nuestras celebraciones, haciéndolas hermosas e inolvidables. Pero el canto es oración. Conservamos la frase atribuida a San Agustín: “quien canta, ora dos veces”. En ese espíritu hemos de vivir las celebraciones para que nuestro canto nos eleve a Dios. Decimos en la Misa: “Permítenos unirnos al coro de los ángeles y de los santos, cantando sin cesar…”

La música no puede faltar en las fiestas, en las celebraciones dominicales o en las ceremonias de matrimonios, confirmaciones, primeras comuniones, etc. Pero, como es de suponerse, el canto, según las celebraciones ha de seleccionarse con determinados criterios. No es lo mismo si es un rosario o una peregrinación; si se aclama a la Virgen o al Sagrado Corazón de Jesús; si es una fiesta patronal o se canta en la Catedral; si es navidad o cuaresma, fiesta de la Virgen o de un santo patrono; si es matrimonio, difunto; primera comunión o aniversario de bodas, etc.

Hay criterios que provienen del Papa o del organismo que le ayuda en esta materia (Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los sacramentos). Quien presta el servicio del canto en la Misa ha de estar formado en estos criterios, conocer el acervo que la comunidad tiene en una parroquia y, al menos, recabar la aprobación de su repertorio por parte de los sacerdotes. Incluso cada momento de la Misa tiene sus cantos propios: entrada, ofrendas, comunión o salida. No todo canto queda bien en cualquier momento.

Hay cantos religiosos y profanos; y entre los cantos religiosos los hay específicamente litúrgicos, compuestos específicamente para la celebración. Los cantos que se ejecutan para encuentros, ambientaciones y promociones aún de evangelización, que no van acordes con el momento de la celebración, son cantos religiosos pero no litúrgicos. Queda prohibido mutilar parcialmente o suplir un canto ritual, como: Kyrie, Gloria, Sanctus, Benedictus y Agnus Dei, pues son textos fijos.

A veces hay molestia o conflicto con las personas que reclaman incluir en su celebración algunos cantos impropios, por ejemplo: ÓPERA (y todas las arias para coro o solistas); Nabucco de Verdi; Freude (Himno a la Alegría) de Beethoven; Arias de Zarzuela (aún con textos religiosos); Ombra mai fu de la Ópera “Xerxes” de Haendel; temas de música clásica o de películas (La Misión, de River; Oboe de Gabriel; Así en la Tierra como en el cielo; Pídele al tiempo que vuelva; El Amor es una cosa esplendorosa; Sueño imposible; Yesterday; Morir de amor; Jesús Alegría de los Hombres de Bach); Valses como Dios Nuca Muere, o Sobre las olas; Arioso del Concierto en Fa mayor y Área de suit en Re Mayor de Bach; Arrival of the Queen of Sheba, Cuarteto de Haendel; Marcha del Trío de Londres n° 3 de Haydn; Minueto de la Pequeña Serenata Nocturna de Mozart; Dúo de las flores de Delibes; Pavana de Fauré; Marcha Thanhauser; Pompa y Circunstancia; Las Cuatro estaciones de Vivaldi; Tema musical de la Máscara de Hierro). Tampoco canciones, como: Somos Novios de Armando Manzanero; Amor Eterno de Juan Gabriel; Mamá de Deniss de Kalaff; Sueño Imposible; Por ti volaré; Carros de fuego de Vangelis.

Mayor profundización en “Quien canta ora dos veces” del P. Maurilio Martínez Tamayo pmauriliomtnz@gmail.com en BOLETÍN XAVIER 187 (enero 2017) de la Parroquia Colinas de San Xavier de Guadalajara, pag 8-9.