Nuestras marchas y la marcha de la fe en San Juan

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Peña Nieto y Donald Trump

Nuestro mundo de hoy, en marchas masivas, reclama sus derechos, defiende sus valores y, sobre todo, protesta y hace valer su dignidad pisoteada. Con voz más fuerte quiere hacerse oír y ver. En pancartas escribe su fe humana y divina, su justa rabia. Ahí escribe lo que no puede decirles en su cara a los poderosos.

Indudablemente los que marchan buscan las cámaras para que sean muchos los ojos que los vean y oídos que los oigan. Esperan que los demás hagan suya su causa. Las marchas al reunirnos nos unen, hasta uniforman nuestro pensamiento y enrolan nuestro corazón. La marcha nos hace caminar al mismo paso. Nos hace gritar y cantar a coro, gesticular y ser un solo hombre, gigante, poderoso que se anima a enfrentar la Autoridad incapaz de dialogar.

En México, por todo lo que está pasando, necesita marchar, manifestar su adversidad. Urge que todo el mundo se entere del “gasolinazo” con su torpe pedagogía, y la corrupción que lo causó. Urge que todo el mundo se entere del “bullying” que nos hace el vecino presidente incómodo. Urgen las marchas en México, pero… nos falta líder.

En San Juan de los Lagos acaba de pasar la fiesta de la Candelaria que es una marcha de multitud de multitudes que sólo los mueve la fe, esa que mueve montañas. Y nos enseña a todos que, primero, “el auxilio nos viene del Señor” y su gran misericordia nos la ofrece por las benditas manos de Nuestra Señora de San Juan. Y enseguida nos enseña que Dios está con el pueblo mexicano y la Santísima Virgen de San Juan, también.