En la alegre esperanza que da el quincenario de la Virgen de San Juan en la solemne fiesta de la Asunción, les bendigo.

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Estimados hermanos, en la alegre esperanza que da el quincenario de la Virgen de San Juan en la solemne fiesta de la Asunción, les bendigo.

Estamos ya a unos días de la solemne fiesta de la Asunción de María Santísima Madre de Jesucristo y Madre nuestra. Nuestra diócesis se alegra por el Santo Regalo de Dios al dárnosla como santa presencia y así compañía amorosa. En varias comunidades de nuestra hermosa diócesis tenemos la solemne celebración.

Definitivamente que Dios nos ha hecho un pueblo suyo muy mariano. Hemos recibido en San Juan a miles de hermanos peregrinos de distintas partes de la República mexicana para verla, agradecerle, pedirle; honrar a Dios a través de Ella. Pero igual en las distintas comunidades donde celebramos esta solemne fiesta se han hecho presentes muchísimos hermanos en la fe para venerarla.

Ella nos enseña el camino para estar con Jesucristo, para comprender mejor su cercanía con nosotros. Ella nos enseña cómo debemos llevar el caminar en esta vida y nos enseña que en Jesucristo tenemos seguro el camino a la eternidad.

Ella misma ha vivido ese ascender desde la Anunciación que el Arcángel Gabriel le dio; cambiar paradigmas, seguir la Santa Voluntad de Dios y hacer ascender la esperanza en aquellos a quienes llevó la Buena Nueva (Evangelio).

Venerarla como Madre de Jesucristo y Madre nuestra es haber aceptado esa Buena Nueva (Evangelio) el cual es amor a la vida, a la paz, a la caridad y así ascender en nuestro humanismo. Pero también al venerarla tenemos la actitud de Santa Isabel que por obra del Espíritu Santo la venera. Además le estamos manifestando a Dios que recibimos, en casa, en nuestro corazón y fe a La Buena Nueva: Jesucristo.

Celebremos que Dios, por haber preservado de toda mancha de mal a Nuestra Madre María Santísima es asunta ( elevada) al Cielo sin la corrupción mortal de su cuerpo. Y así también nuestro Padre nos ha enseñado en Ella el camino y el final de nuestra terrena existencia: Encontrarnos con Él cara a Cara.

¡Que viva Nuestra Madre Santísima y así sean benditas sus fiestas!

Con mis oraciones y mi bendición:

+ Mons. Jorge. C. A.