El 15 de agosto se celebra en toda la Iglesia la Solemnidad de la Asunción de María a los cielos, y en San Juan de los Lagos, lo celebramos de una manera especial, ya que en este día la bendita imagen de la Virgen de San Juan es bajada de su nicho para acompañar de un modo más cercano a sus fieles devotos.

Nuestra Señora de San Juan en su nicho temporal el día 15 de agosto

La bendita imagen es colocada en un templete adorando con flores en el atrio principal de la Catedral, de cara a la Plaza Principal, donde miles y miles de peregrinos se agrupan para contemplar a La Chaparrita, para orar y pedir su intercesión ante Dios por cada una de sus intenciones.

Muy temprano, a las 5:00 a.m., la imagen de la Virgen fue bajada de su nicho y colocada en un nicho temporal ubicado muy cerca de la barandilla del comulgatorio al interior de la Catedral Basílica, lo que permitió que un gran número de personas pudiera estar más de cerca, contemplar las bellísimas facciones de la imagen de la Virgen, La Chaparrita, la Cihuapilli, la Niña Linda. Todos los peregrinos tuvieron oportunidad de detenerse por un momento muy cerca de ella y dejar a sus pies todas sus plegarias y oraciones.

Luego, cerca de las 12:00 hrs. inició la procesión solemne hacia el atrio, donde fue celebrada la Eucaristía, y mientras la procesión avanzaba junto con la Virgen, los fieles congregados al interior de la Basílica cantaban a voz en pecho con todo su fervor “¡Oh María, Madre Mía!” “¿Quién es esa estrella que a los hombres guía? La Virgen del cielo, la Virgen María!”, todos con profunda fe y devoción.

La catedral rebosante de fieles, momentos antes de colocar en el nicho temporal la imagen de Nuestra Señora de San Juan

Este año, la celebración Eucarística estuvo presidida por Mons. Jorge Alberto Cavazos, obispo de la diócesis, quien estuvo acompañado por Mons. Felipe Salazar Villagrana, obispo emérito de la diócesis; también lo acompañaron el vicario general el Pbro. Ramón Orozco, el pro vicario general Pbro. Ireneo Gutiérrez, y un gran número de presbíteros, religiosos, religiosas y seminaristas, además del pueblo de Dios.

Durante la homilía Mons. Jorge Alberto nos comentaba sobre el Dogma de la Asunción de María, una verdad que aceptamos por nuestra fe, invitándonos a imitar a María, quien por su vida ejemplar mereció este gran don de ser elevada al cielo en cuerpo y alma. Imitar a María es imitar sus virtudes y el gozo con que ella servía a los que la rodeaban, siempre con profundo amor maternal.

Antes de volver al interior de la Basílica, al terminar la Misa, recibimos la bendición con la imagen de Nuestra Señora de San Juan, mientras nos encomendábamos a su tierna protección maternal: ¡Por tu limpia concepción y belleza sin igual, cúbrenos con tu manto Madre Santísima de San Juan!

¡Que viva la Reina!