Prácticas sobre los difuntos

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La pérdida de un ser querido es un momento difícil para todos. Ante la muerte han surgido prácticas nacidas del amor a los seres queridos y el dolor de su pérdida y ausencia. Pero algunas van contra la fe que profesamos.

La Resurrección de Cristo es la premisa fundamental. El Misterio Pascual es el centro de la fe. Por el Bautismo participamos del triunfo sobre la muerte. La muerte es el paso a la unión definitiva con el Señor. Las exequias son una celebración de la Resurrección de Cristo y un sufragio por los difuntos.

El cuerpo es parte integrante de la persona, redimida por Cristo y destinada a la gloria. La muerte no es aniquilación definitiva, ni anulación de la persona. No es fusión con la madre naturaleza o el universo. No es una etapa en el proceso de reencarnación. No es liberación definitiva de la cárcel del cuerpo. Creemos en la resurrección de la carne.

Sepultar el cuerpo imita la sepultura de Cristo, el grano fecundo; y favorece el recuerdo y la oración por parte de los vivos y la comunidad. La inhumación expresa la fe en la resurrección y la comunión de los santos. Propicia la memoria de la persona, la oración de la comunidad y la valoración del cuerpo.

El cuerpo es instrumento de santificación, medio de recibir los sacramentos, elemento sacro o sacramental. Parte esencial del ser humano, se le debe honra y reverencia; nada que sea un insulto al cuerpo. A imitación de la inhumación de Cristo, el cuerpo del cristiano es sepultado. Es una obra de misericordia sepultar a los muertos.

Envolverlos en amor, oración esperanzada y gratitud. Acompañar y consolar solidarios a los que se quedan con heridas sangrantes.  Cuidar digna sepultura a cadáveres no identificados, abortos, pordioseros… En tiempos de guerra, violencia, epidemias o extrema necesidad. José de Arimatea ofreció su sepulcro al Señor, pidió el cuerpo a las autoridades y financió el embalsamarlo.

Los difuntos que están en el purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es bueno orar por ellos para que sean libres del reato de sus pecados (2Mac 12,46). Orar por ellos es uno de los mejores actos de caridad, pues dependen totalmente de Dios y de nuestra oración, caridad y sacrificios. No dar culto a los muertos, con elogios fúnebres, flores, altares, ofrendas: sólo los puros y sin mancha entran al Reino de los cielos.

Los cementerios favorecen la compasión y el respeto a los cuerpos, templos del Espíritu, herramientas de obras buenas y vasos de gracia. En esas áreas se custodia la comunión entre los vivos y los difuntos, sin ocultar ni privatizar el evento de la muerte y su significado.

No se prohíbe la incineración porque interfiera con la capacidad de Dios de resucitar el cuerpo (lo refuta Minucio Félix, en su diálogo Octavius). Conservar las cenizas en lugar sagrado reduce el riesgo de sustraerlo a la oración y al recuerdo, pasada la primera generación. Y evita olvido, profanación y malos tratos, así como prácticas supersticiosas o inconvenientes.

Al trabajar con cadáveres, se tenga sentido del cuerpo como elemento integral de la persona, templo del Espíritu, redimido por Cristo y destinado a la gloria. Dar a los restos incinerados el mismo trato y respeto debido al cuerpo humano del cual proceden. Contrarrestar creencias en la reencarnación o la aniquilación.

RITOS FUNERARIOS

(Hermes Emiliano)

Las prácticas relacionadas con la muerte y el enterramiento de una persona, específicas de la especie humana, están estrechamente vinculadas con las creencias religiosas sobre la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida después de ella, implican importantes funciones psicológicas, sociológicas y simbólicas para los miembros de una colectividad. El trato que se dispensa a los muertos en cada cultura proporciona una mejor comprensión de su visión de la muerte y de la propia naturaleza humana. Los rituales y costumbres funerarias tienen que ver no sólo con la preparación y despedida del cadáver, sino también con la satisfacción de los familiares y la permanencia del espíritu del fallecido entre ellos.

PREPARACIÓN Y DESPEDIDA DEL CADÁVER 

Las diferentes formas de despedir al cadáver están en función de las creencias religiosas, el clima, la geografía y el rango social. El enterramiento se asocia al culto de los antepasados o a las creencias en la otra vida. La cremación se practica en algunas culturas con la intención de liberar el espíritu del muerto.

FUNERALES CATÓLICOS

La muerte es siempre dolorosa pero para el cristiano no es el fin sino el pasaje a la vida eterna. Sabemos por nuestra fe que la vida no se acaba sino que se transforma.

Dar entierro es una de las obras de misericordia. El lugar del entierro debe ser un cementerio, lugar santo de reposo y manifiestan el respeto que los católicos le tenemos a la vida y a la muerte en Cristo.

Las funciones litúrgicas son las prácticas rituales de la Iglesia durante el entierro de sus hijos. El Concilio Vaticano Segundo instruyó que se revisaran los servicios de funeral para que “estos expresaran más claramente el carácter pascual de la muerte Cristiana; y que se incluyera una Misa especial al rito para funeral de los niños”. Ambas cláusulas se implementaron en el Ritual de Exequias promulgado por el Papa Paulo VI que tomó efecto el 1º de Junio de 1970. Este hace un mayor énfasis en la esperanza Cristiana en la vida eterna y en la resurrección final de entre los muertos.

VIGILIA POR UN DIFUNTO

La Vigilia por un difunto es el rito principal que la comunidad cristiana celebra después de la muerte de uno de sus miembros y antes del rito final de despedida, cuando se llevan los restos al lugar de su eterno descanso. Esta Vigilia puede tomar la forma de una Liturgia de la Palabra, celebración de una parte de la Liturgia de las Horas por un difunto, rosario de difuntos y otras devociones a las ánimas del purgatorio. Puede celebrarse en el lugar de residencia del difunto, en la funeraria, en el salón o en la capilla de descanso, o en otro lugar conveniente.

LITURGIA EXEQUIAL (generalmente con la Santa Misa)

La liturgia funeral es la celebración central que la comunidad cristiana ofrece por un hermano difunto. Aunque en muchos casos, esta liturgia consiste en una “Misa Funeral”, también, por razones específicas, puede haber dentro de la iglesia una liturgia funeral sin la celebración de la Misa. Antes de la despedida final de los restos, los familiares y amigos del difunto, pueden convocar a una misa por este, señalada para un tiempo oportuno después del funeral.

RITOS Y FUNERALES PARA NIÑOS

En el funeral de un niño, la Iglesia eleva sus plegarias a Dios, autor de la vida, encomienda a su amor al niño que ha fallecido y ora para que la familia y las más cercanas amistades alcancen el pronto consuelo a su dolor. Pueden celebrarse para los niños fallecidos antes de recibir el Bautismo, pero cuyos padres tenían la intención de que fueran bautizados. Con estas celebraciones, la comunidad cristiana encomienda al niño al infinito amor de Dios.

DERECHOS DEL CRISTIANO EN LA IGLESIA A LA HORA DE LA MUERTE 

  • Todo católico, al menos que esté excluido por normas de la ley, tiene el derecho de ser asistido por la Iglesia a la hora de la muerte.
  • La Misa exequial es el elemento central. Esa oración pide la misericordia de Dios por el difunto y consuelo para los familiares, incluyendo a toda la comunidad de fe.
  • Los Catecúmenos pueden recibir los ritos exequiales de la Iglesia Católica.
  • Un niño que muere antes de ser bautizado, que nace muerto o ha sido abortado puede recibir los ritos exequiales de la Iglesia Católica, si los padres tenían la intención de bautizarlo.