Relicario de la fraternidad – Unidos en Cristo resucitado

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¡Mirad el árbol de la cruz donde estuvo clavado Cristo, el Salvador del mundo!

La humanidad, en diferentes períodos de la historia ha elegido la metáfora del árbol para expresar su origen, su trayectoria.

El árbol ha estado presenten la historia de la salvación. Más de 525 veces es referido en la Sagrada Escritura, desde el libro del Génesis con el árbol de la vida en el Jardín del Edén ( Gn 2,9), hasta el Apocalipsis con el árbol también de la vida como característica destacada del paraíso (Ap 22,2.4).

Qué decir de la fábula de los árboles en Jueces 9, 8-15, donde los árboles plasman el deseo de tener un rey. El árbol del encuentro, donde Zaqueo encontró el medio para cruzar mirada con Jesús y recibir la invitación a dialogar con Él. El árbol de la salvación, convertido en la cruz del Señor que transforma la muerte ene vida. El árbol de la profesión de fe, en san Pedro, donde se confirmó su misión de seguir al maestro.

El árbol es un signo de la vitalidad, representa nuestra propia vida, que nutrida de la sabia de la fe, muestra el camino de la esperanza.

En nuestros tierras flacas de los Altos de Jalisco, el árbol es un signo de bendición. Por ello se ha pensado que algo que nos representa y a la vez nos simboliza es el árbol. Este relicario está plasmado evocativamente con un árbol, donde el tronco significa el lugar por donde la sabia de la fe corre entre venas que alimentan la esperanza solidificada en el mármol del testimonio de nuestros mártires: san Pedro Esqueda, san Tranquilino Ubiarco, santo Sabás Reyes, santo Toribio Romo. El tronco está unido a la tierra por medio de las raíces que nutren y sostienen la vida del mismo, esa tierra es Cristo que, muriendo, ha dado vida, abonado y sosteniendo nuestra vida y la de los mártires que han muerto por Él.

Varios árboles han estado presentes con testigos vivos que guardan en sus raíces la sangre gloriosa de los mártires. El mezquite de Teocaltitán de Guadalupe, testigo de san Pedro Esqueda; la barranca de Agua Caliente, en Tequila, llena de pinos que recibieron los brotes de ls sangre del joven sacerdote santo Toribio Romo; la alameda de Tepatitlán, testigo de la muerte de san Tranquilino Ubiarco; los Fresnos del Panteón de Tototlán, con el susurro de los pies encarnizados de santo Sabes Reyes. Testigos que recibieron el aire del último suspiro de estos héroes de nuestras tierras.

Los árboles unen sus raíces entre ellos como hermanos y amigos, por ello, unidas en forma simbólica, las manos de estas figuras humanas en el relicario, buscan expresar esa unidad que transformada en una corona delineada con los brazos de cada uno de estos seres recuerda la fraternidad sacerdotal, ideal de nuestro ministerio.

El obelisco representa la esperanza coronada por los brazos de la caridad y en el horizonte de la cúspide la Cruz de Cristo, envuelta con el banderín de la Resurrección, que evoca el grito ondulante de ¡Viva Cristo Rey!

El material del obelisco representa la solidez de nuestro pueblo que une nuestro ministerio: “En esto conocerán que son mis discípulos en que se aman los unos a otros” (Jn 13, 35).  Reto de la vida ministerial. Por ello el árbol unido al obelisco representa la unión del pueblo con el sacerdote y este con su Padre y Pastor que es el camino, la verdad y la vida.

Padre Eduardo Arias Castellanos