90 Años de su martirio:”Mártir por amor a cristo y a su pueblo” Padre Pablo García Fernández

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Nació en San Diego de Alejandría, Jalisco, el 15 de enero de 1876, al siguiente día fue bautizado en la parroquia de la Inmaculada Concepción, siendo sus padrinos, su tío don Francisco García G., quien fungía como párroco y su tía la señorita Micaela García G., fue la Divina Providencia su nacimiento en esta comunidad, entregada a la defensa de la religión, como el padre Pablo; asistió y cuidó de sus ovejas en el municipio de Encarnación de Díaz, Jalisco, en la misma época cristera.

Su labor sacerdotal fue por 27 años en diferentes parroquias y vicarías: Su destino inicial en otro pueblo “cristero” San Julián, enseguida la Unión de San Antonio, las fronteras con San Diego; su llegada a “La Chona” en 1903 a la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, al poco tiempo fue vicario de la Hacienda de Rangel, por quince años, luego pasó a ofrecer su ministerio a Santa María de en medio, enseguida fue el primer vicario de la parroquia, recién creada, de San Sebastián del Álamo y también de Santa María Transpontina, que quiso mucho a todos los fieles, y también los amó, hasta entregar su vida y regar la tierra con su sangre de mártir.

Su calvario inicia: el 12 de diciembre, tomado preso en el rancho El Tepozán, junto con la señorita Genoveva Campos, los llevaban en cuerda por los siguientes ranchos: Las Sardinas, El Desperdicio, luego al Paso Hondo, La Escondida y La Laja, del municipio de San Juan de los Lagos, después a: Santa María Transpontina, Santa María de en medio, San Matías, hasta llegar a las orillas de la hacienda de Castro; que según los militares al mando de Antonio Leal y Quiñones, comunidades que el padre Pablito, había cuidado y ellos protegieron al padre, y sirviera de escarmiento, porque lo habían escondido en sus casas; sufriendo vejaciones, humillaciones, golpeado, además de: Rasurado, desplantado de pies y manos, llevado a cabeza de silla por las vías del tren, y amputado el dedo,  y recibió balas expansivas, en una “nopalera formando la corona de espinas” el día 23 de diciembre de 1927, que lloraron los nopales sangre, mucho tiempo, tanto por los factores físicos de: Heladas, nevadas, rocío, neblina y frío, como el milagro natural, a los ojos de tantos fieles, que recogían y mojaban objetos con la sangre de un mártir, obra manifiesta por Cristo Rey.

Así, ahora recibía el padre Pablito, la palma de martirio, que, sepultado con cientos de espinas, que Dios le ofreció los nopales llenos de espinas, semejanza a su coronación que Cristo, recibiera el Viernes Santo, y el padre Pablo, es llevado en la Navidad de Jesús, el Salvador del mundo, por algunas personas valientes para darle cristiana sepultura en Encarnación de Díaz, pero antes los soldados de nuestra nación mexicana, ellos quisieron que la ciudad lo vieran todo destrozado allí en el jardín, y la sorpresa divina, más no programada, vieron los mismos generales que lo ejecutaron; “que ni las moscas ni hormigas se subían al cuerpo inerte” otro momento divino, a los ojos de sus hijos de su pueblo sufrido y perseguido,  por ser sacerdote y haber “cuidado de sus ovejas en la tribulación”.

Por: Juan Antonio Palos Alcacio.