Impulsos de un joven seminarista

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Carlos Efraín Orozco Salazar

Seminario Menor Atotonilco

La felicidad y la vida

Hola querido lector, hoy quiero platicarte de dos temas que rondan mi cabeza, y en cierta forma parecen entrelazados: La felicidad y la vida; y creo yo que, todos queremos alcanzar la felicidad plenamente antes de morir, y también hemos estado erróneamente afanados en encontrar esa felicidad desde caminos que para nada están enderezados o, en otros casos, la felicidad nos puede estar abofeteando la cara y nosotros pareciese que no la vemos.

En la sociedad de hoy en día creemos que encontraremos la felicidad con placeres mundanos: En el dinero, en el tener muchos bienes materiales o alcanzar los objetivos que quedan planteados en nuestros proyectos de vida; y no digo que con ello no se alcance la felicidad, sino que con ellos solo se puede alcanzar una alegría o una satisfacción momentánea, y no creo que nos aguante esa alegría hasta la tumba. En mi opinión, creo la felicidad la podemos alcanzar con cosas tan simples como darle una sonrisa a alguien (y tenerla siempre en la boca), porque el sonreír, por simple que parezca, es un paso vital si queremos encontrar la plenitud, o en otras cosas tan sencillas como el darle de comer a alguien que no tiene, o vestir a quien carece de cobijo, pero no hacerlo con un afán de que nos vean; recordemos los Evangelios: “Quien se enaltece será humillado, y quien se humilla será enaltecido”.

Ya entrando en un ámbito más religioso, sí me gustaría aclarar que el pensamiento de la muerte no nos quite la viveza y la búsqueda de la felicidad terrena, porque Dios nos creó para ser felices en la tierra, ya que ello, representa tan solo una idea de lo que será la felicidad eterna cuando veamos a Dios cara a cara en el cielo.

Para concluir, me gustaría recalcar que no nos enfoquemos totalmente en buscar la felicidad, en un pensamiento de tipo: “Debo ser feliz, debo ser feliz…” sino que lo que más puede provocarnos la felicidad es disfrutar y aprovechar cada momento; les pongo un ejemplo, un día un compañero seminarista dijo: –Yo ya quiero que sea viernes- a lo que otro contestó: –Yo quiero que sea hoy- y me dejó esta valiosa enseñanza: Disfruta cada momento.

Disfruten su vida siempre, con la prudencia y la templanza que siempre son necesarias, y siempre traten de ser felices en esta vida, que esto solo es una cucharada de lo que viviremos en el cielo eternamente. Saludos y bendiciones.