Jubilosos y agradecidos celebramos los 400 años de la parroquia de San Miguel Arcángel en Atotonilco. (Breve crónica de los días 3 al 7 de enero 2018)

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Por: Eva Enríquez

Fotografía: Gabriel García Vallejo

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Elevaré el cáliz de salvación e invocaré el Nombre del Señor” decimos con el salmista (Ps. 115) y lo hemos expresado en estos días poniendo como centro la Eucaristía, la “Acción de Gracias”  que  Jesucristo nuestro Buen Pastor con el sacrificio de su muerte y resurrección  cada día  eleva al Padre  por nosotros  y por nuestra salvación y se prolonga a través de la historia en esta porción de la diócesis y de la patria.

Nuestra voz como flauta de  caña quebrada de aprendices de pastor, enamorados, nos unimos  en el concierto de voces que  a través de la historia de 400 años han proclamado las maravillas del amor de Dios en las comunidades parroquiales que la parroquia de San Miguel Arcángel ha engendrado como madre fecunda: Al oeste, Tototlán con todas sus actuales vicarías; (se desprendió en 1799),  al norte, en los Altos la parroquia de San Francisco de Asís; (se separó hace 100 años) en el Plan San Antonio de Padua, Margaritas, las cuasi parroquia de Milpillas. En la ciudad, las cuatro parroquias: San Felipe de Jesús, María Auxiliadora, Nuestra Señora del Carmen…  nos unimos a todo el esfuerzo, entrega y sacrificio de las comunidades familiares, sociales  que luchan por una vida  más digna de los  hijos de Dios.

¿Cómo podemos estar a la altura de las generaciones  de esta parroquia a través de los 400 años? Solo apoyados en la fe que recibimos. Decía San Bernardo de Chartres que somos “como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más, y más lejos que ellos, no porque la gudeza de nuestra vista ni por la altura de nuestro cuerpo, sino porque somos levantados por su gran altura”.

La gratitud  florece espontánea en los corazones de  quienes se experimentan amados, con un amor gratuito,  ¿qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no lo hubieras recibido …1Cor 4, 7  y la tierra fértil son los corazones de  los humildes como María que con el gozo del Espíritu Santo  que nos enseña a exclamar: ”Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi Salvador…porque ha mirado la humildad de su esclava”.

Es lo que hemos celebrado estos días con sentimientos de júbilo y gratitud y también de arrepentimiento, por no estar a la altura de nuestra misión. Y también para  escuchar  la pregunta extrañada de Jesús al leproso agradecido, “que no eran diez los curados ¿Dónde están los otros 9?”

Han sido  muy emotivas,  y llenas de calor y  fuerza humana y espiritual las Eucaristías de esta semana. Estuvimos acompañados  por  tres señores Obispos: Nuestro pastor Jorge Alberto Cavazos Arizpe (el día 6);  el señor Obispo de Zamora, Javier Navarro que fue nuestro pastor y  gran amigo de Atotonilco  (el día 7); y el señor Obispo emérito de Tlalnepantla, originario de Tepatitlán, (el día 3).

Con los sacerdotes que vinieron, más de cuarenta; no podían faltar los espacios de  convivencias y partir el pan fraternalmente. El coro monumental que se formó con más de cincuenta integrantes, para esta ocasión, con elementos de los coros de la ciudad. El día 7, el coro de la escuela de Música Sacra de Guadalajara con la misa polifónica que elevó el espíritu con majestuosa belleza.

Con la vida consagrada, multitud de religiosas, (os)  y con los agentes de pastoral y los centros y comunidades de barrios; apoyados y  en coordinación con las autoridades civiles.

Los espacios no se limitaron al templo parroquial, sino también, en la plaza principal y la explanada donde la familia atotonilquense se reúne a convivir por diversos motivos para incluir a todos sin distinciones.

Las calles engalanadas con estandartes de fiesta, también fueron el marco para echar fuera el gozo como testimonio de amor y fidelidad. Como pueblo peregrino que le gusta orar, cantar, danzar, gritar y caminar con alabanzas y expresiones de arte, fiesta y creatividad  en la piedad católica popular.

El jueves 4, la procesión solemne con el Santísimo Sacramento, que partió de cada una de las tres parroquias para unirse en un solo río humano, con el parpadear de luces encendidas iluminó la noche de adoración y alabanza de corazones encendidos de amor.

El sábado 6, la peregrinación fervorosa con las imágenes de los patronos: La Inmaculada Concepción y San Miguel Arcángel en los bellos carros alegóricos para la reina y el príncipe angélico. Se recordó la ruta mariana por las tres parroquias, con la oración del Rosario y cantando las alabanzas de Akathistos: Himno a la Madre de Dios (del s. IV).

El domingo 7, en la Epifanía del Señor, el desfile peregrinación de  hermosos y significativos carros alegóricos: Cinco representando  cinco siglos de la historia de Atotonilco (dentro de 12 años se cumplen) con los grupos parroquiales de las cuatro parroquias; otros carros de las madres carmelitas y del ITESO, bandas musicales, danzas, coreografías, reinas, charros, equipos de sonido, cantos. La nota dominante fue la alegría, la unión fraterna y solidaria como el mejor testimonio para evangelizar.

Los eventos culturales fueron muy selectos y acordes para esta conmemoración: El ballet de Tlaquepaque (del Cecytej) con maestría,  brío y galanura el miércoles 3.

El viernes  5: Concierto con la Orquesta Típica de Ixtlahuacán de los Membrillos,  todo un festín de colorido juvenil, que nos transportó por la geografía musical del corazón de  México. El banquete literario con la  síntesis de la historia parroquial  por el cronista municipal, historiador, profesor Luis Orozco; un  bello poema del licenciado Juan José Saldaña que podrá ser base para el himno de este aniversario. Y del cantautor Efrén Orozco, que cantó  su experiencia de ingreso al seminario y nos dio unas pinceladas de su prosa, muestra de su libro “Chinto el campanero” que recrea el Atotonilco de los años 1955-60 en su experiencia de la vida parroquial y social. El sábado 7, el magnífico ballet del profesor Chava.

La cereza del pastel y el culmen  expresivo   de arte, belleza y creatividad de Atotonilco fue el Festival de Pirotecnia, que ofreció el gobierno municipal al final de la misa del domingo 7: Todo un espectáculo en el que los siete expositores demostraron su calidad técnica, con motivos de amor a su pueblo y a la parroquia en sus cuatro siglos de vida de fe, esperanza y amor para festejarlo en la eternidad.

Dios bendiga  tanto amor  y gratitud expresada en estos festejos y  a todos los que demostraron el temple y valor de su entrega a Dios y a la patria para que sigamos en sintonía durante todo este año jubilar 2018…  y que la fe en Cristo siga dando fuerza para continuar restaurando el templo parroquial “el icono de Atotonilco”, como patrimonio cultural de arte y belleza, expresivo de la grandeza de la fe de este pueblo; y así, seguir restaurando las comunidades familiares, de barrios, sectores, y la vida social, económica, política y cultural.

FELIZ  AÑO JUBILAR  2018