Reflexión dominical

IV DOMINGO DE PASCUA- Domingo del Buen Pastor

By Mensajero Diocesano

April 25, 2021

El Evangelio de hoy nos trae la imagen del Buen Pastor. Es Jesús mismo que se presenta de este modo a sus discípulos.

La comparación del buen pastor era ya conocida en el Antiguo Testamento y fue muy querida por los Profetas y el pueblo, ya que resultaba muy propia al ambiente pastoril en que vivían muchos de ellos. El pueblo elegido es llamado el rebaño, y Dioses su pastor. Los reyes y los sacerdotes también recibían el nombre de pastores. El profeta Jeremías dirige una dura amenaza a estos pastores que dejan que se pierdan las ovejas, y promete en nombre de Dios nuevos pastores que de verdad apacienten las ovejas, de modo que nunca más sean angustiadas ni afligidas.

Ezequiel reprocha a los pastores sus delitos y pereza, su egoísmo y el olvido de sus deberes: Dios les quitará el rebaño y Él mismo cuidará de sus ovejas. Más aún: suscitará un Pastor único, descendiente de David, que las apacentará y estarán seguras.

Jesús también repetidas veces había hecho comparaciones de pastores y ovejas. Pero en este pasaje propone con claridad y amplitud la parábola del Buen Pastor. Y el Buen Pastor es aquel que cuida de sus ovejas, que busca a la extraviada, que cura a la herida y carga sobre sus hombros a la extenuada. Después de la solemne afirmación de que Él es el Buen Pastor, afirma Jesús que «el buen pastor de su vida por las ovejas». Habla aquí el Señor de su Pasión, y muestra que iba a ocurrir para salvación del mundo, y que la sufriría voluntaria y libremente. Jesús dio su vida por los suyos, por amor a los suyos, en obediencia a la misión encomendada por el Padre, para que se forme un solo rebaño.

Los primeros cristianos tuvieron una especial predilección en representar a Jesucristo bajo la figura del pastor que lleva en sus hombros a la oveja, a la que ha ido a buscar lejos del redil. En los restos de las Catacumbas Romanas se han encontrado decenas de imágenes con estas figuras. Es la imagen más popular y simpática y una de las más antiguas del primitivo arte cristiano.

Y a la imagen del Buen Pastor, que conforme a la traducción del griego debería decirse el Pastor bueno, bravo, honrado, hermoso, perfecto en todos sus aspectos, Jesús contrapone la imagen del pastor mercenario que ve venir al lobo y huye. El falso pastor sólo piensa en él. No tiene interés alguno por sus ovejas. Es incapaz de arriesgar su vida ante el peligro. Las ovejas «no cuentan con él». Si en la historia de Israel aparecen algunos buenos pastores, abundan los malos, los descuidados, los que manipulan al pueblo y utilizan al rebaño de Israel para su propio provecho. En contraste con ellos, y con los maestros de la ley, Jesús se declara el buen Pastor, el Pastor modelo. Jesús entregó su vida por cada uno de nosotros. Pedro nos lo dice con estas palabras: «¡es un hermano por quién Cristo ha muerto!». Todos nosotros, cada uno de nosotros, somos alguien para Jesús. Somos importantes para Él. El Buen Pastor, nos lo dice Jesús, conoce a cada una de sus ovejas. Las llama a cada una por su nombre.

El Señor se contrapone él mismo a los pastores asalariados, a los que no les importan las ovejas. No sólo lleva a sus ovejas a pastos abundantes, sino que les da su propia vida. Así como hay profundas relaciones de amor entre Él y el Padre, las hay también entre Él y sus ovejas. Él cumple la misión salvadora que el Padre le ha confiado, y conforme a su voluntad, da su vida por sus ovejas. Y lo va a hacer libremente.

Además, él, el Buen Pastor, tiene otras ovejas en otros corrales, y las va a llamar para hacer con todas ellas un solo rebaño.

Cuando Jesús dice esto, se produce una fuerte división entre los judíos: unos los rechazan y otros lo escuchan.

Esta página, nos debe llevar a una honda Reflexión, porque nosotros también, tenemos responsabilidad pastoral. Somos pastores al mismo tiempo que ovejas.

Y no podremos ser buenos pastores, como lo es el Señor, sin una profunda relación con el Padre de Jesús. Ese Padre es también, nuestro Padre.

Y no podremos tampoco ser buenos pastores, sin cultivar una profunda relación también con Jesús.

No se puede dar lo que no tenemos.

Si estamos desnutridos, si estamos alejados de la Vida, no podremos dar vida.

Además tenemos que cuidar de nuestras ovejas; esas personas de las que somos responsables. Con respeto, con comprensión y por sobre todo con verdadero amor.

Si tratamos a los demás como números, objetos o fichas, seremos malos pastores. Podría parecer que este texto está referido sólo a los sacerdotes que guían al pueblo de Dios. Sin embargo, todos en mayor o menor grado, debemos ser pastores. Tal vez en nuestra familia, tal vez en nuestro ambiente. Y el Señor nos dio a nosotros a través del Bautismo y de la Confirmación la misión de ser sus testigos, de darlo a conocer, de comprometernos con Él y con su Reino.

Por eso, cuando en nuestra Iglesia parece que hay algo que no está bien, lo primero que tenemos que pensar es qué hacemos personalmente para mejorarlo. Para ser lo que Jesús espera de nosotros.

Hoy vamos a pedirle especialmente al Señor, por los principales pastores de su pueblo, los obispos y sacerdotes para que les conceda ser fieles reflejos de Cristo Buen Pastor. Y vamos a pedirle también por cada uno de nosotros, para que sepamos cuidar con amor, una pequeña parte de ese rebaño del Señor.