Reflexión dominical

XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

By Mensajero Diocesano

July 08, 2022

Un cambio «radical» de perspectiva…

Este día la liturgia nos propone la parábola llamada del «buen samaritano»… Esta parábola nos indica un estilo de vida, cuyo centro de gravedad no seamos ya nosotros mismos, sino «los demás» que –con todas sus dificultades y problemas– habremos de encontrar de seguro en nuestro camino. Sí, «los demás» nos interpelan. Y cuando «los demás» ya no nos interpelan o nos dejan del todo indiferentes, entonces podemos estar seguros de que algo no funciona y de que algo en nuestro corazón no es ciertamente cristiano… Jesús usa esta parábola en el diálogo con un culto Doctor de la Ley, a propósito del doble mandamiento que permite entrar en la vida eterna: amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a sí mismos. Sí, replica aquel Doctor de la Ley, como tratando de justificarse: pero «¿quién es mi prójimo?».

Y Jesús le responde contándole esta desconcertante y aleccionadora parábola: «Un hombre bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó»… Los detalles los sabemos muy bien: a atender al hombre asaltado por los ladrones, no se detuvieron ni el sacerdote ni el levita, sino un samaritano, es decir, un habitante de la Samaria y, como tal, despreciado por los judíos… Llegados a este punto Jesús se dirige al Doctor de la Ley y le pregunta: «¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?». Y él –porque era un hombre inteligente– responde: «El que tuvo compasión de él»… De este modo Jesús nos ha cambiado completamente el paradigma y la perspectiva.

No debo catalogar a los demás para decidir quién es mi prójimo y quién no lo es. Depende de mí ser o no ser prójimo de la persona que encuentro y que tiene necesidad de ayuda, incluso si me es extraña o incluso hostil… Y Jesús concluye: «Anda y haz tú lo mismo». ¡Hermosa lección! Y hoy la repite a cada uno de nosotros: Ve y hazte prójimo del hermano que ves en dificultad. Hay que hacer obras buenas, no sólo decir palabras que se las lleva el viento. Ahora preguntémonos: ¿Nuestra fe es fecunda? ¿Nuestra fe produce obras buenas? ¿Me hago prójimo o simplemente paso de lado? ¡Que la Virgen María nos ayude a caminar por la vía del amor, la vía del buen samaritano! Este es el camino para entrar en la vida eterna. [Sintetizado de: Papa Francisco, Ángelus, 10-VII-2016].