Mensajero Diocesano

¿Y … que hay de Venezuela?

Desde hace algunos años Venezuela esta siendo fuertemente golpeada por una ola de intereses políticos, que ha ido sumiendo velozmente al pueblo en la pobreza. Continuas manifestaciones y protestas contra el mal gobierno del presidente Nicolás Maduro no han servido de mucho, pues el pueblo al día de hoy ya no tiene mucho a que aferrarse.

Una Venezuela sin servicios de primera necesidad:

Sector salud, que carece de medicamentos y espacios equipados.

Sector Eléctrico, que está a la voluntad de partidos políticos, quienes deciden el funcionamiento o corte de energía para intereses particulares; ejemplo de ello son los cierres continuos de las estaciones del metro, que en los últimos días han permanecido más tiempo cerradas que en funcionamiento, ya que de esta manera impiden el traslado fácil de un lugar a otro de los llamados manifestantes, y porque no, también de la otra parte del pueblo que trata de sobrevivir trabajando dignamente y que encima tiene que cargar con la obstrucción del transporte para hacerlo aun más difícil.

Pero el sector más preocupante es sin duda el de la alimentación, que carece cada vez más de materia prima para generar productos de primera necesidad. Un ejemplo es la escasez de pan, que desde hace ya varios meses es poco común en la alimentación de los Venezolanos.

¡Venezuela muere de hambre! El incremento en los precios de productos de mayor consumo como el arroz, la leche o la harina ha incrementado la demanda de otros insumos más baratos producidos a base de éstos, tal es el caso del pan, que si es salado es de menor costo y por consiguiente es el de mayor demanda. ¡Largas horas de espera aguardan a quien hace fila para comprar un pedazo de pan!

Y como en toda lucha el más débil es siempre el más inocente; niños y adultos mayores que mueren por no poder llevar bocado a su boca, ante la impotencia de sus seres queridos que trabajan, pero apenas ganan; que gritan pero no son escuchados; que se manifiestan, pero mueren sin ver ningún cambio.

Es preocupante cómo vivimos en una sociedad deshumanizada, en la que al individuo solo le importa “tener”, que vive preso de sus conflictos internos, invirtiendo más tiempo en ver qué hace el otro, que en crecer y formar comunidad. Es tiempo de reforzar o de formar valores, que ayuden a generar nuevas y mejores comunidades, que preparen a futuros dirigentes de gobierno, que trabajen y luchen por el bien de muchos y no por el poder y placer de pocos.

¡Valoremos la comida en nuestra mesa!