LOS DIEZ MANDAMIENTOS

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4° HONRARÁS A TU PADRE Y A TU MADRE (Ex 20,12)

¿Cuáles son las obligaciones de los hijos hacia sus padres?

“El que honra a su madre se prepara un tesoro. Sus propios hijos serán la alegría del que respeta a su padre; el día en que le implore, el Señor lo atenderá. El que respeta a su padre tendrá larga vida; el que obedece al Señor será el consuelo de su madre. Servirá a los que le dieron la vida como si sirviera al Señor. Actúa así, honra a tu padre de palabra y de hecho, y su bendición se hará realidad para bien tuyo. Pues la bendición de un padre afirma la casa de sus hijos, pero la maldición de una madre la destruye hasta los cimientos. No te alegres de la deshonra de tu padre: su vergüenza nunca será motivo de gloria para ti. El honor de un hombre depende de la reputación de su padre; cuando una madre mereció el desprecio, salieron deshonrados sus hijos. El bien que hayas hecho a tu padre no será olvidado; se te tomará en cuenta como una reparación de tus pecados. En el momento de la adversidad será un punto a tu favor, y tus pecados se derretirán como hielo al sol. Abandonar a su padre es como insultar al Señor; el Señor maldice al que ha sido la desgracia de su madre. Hijo mío, actúa con tacto en todo, y serás amado por los amigos de Dios. Mientras más grande seas, más debes humillarte; así obtendrás la benevolencia del Señor” (Sir 3,4-11.14-18).
“Hijos, obedezcan a sus padres, pues esto es un deber: Honra a tu padre y a tu madre. Es, además, el primer mandamiento que va acompañado de una promesa: para que seas feliz y goces de larga vida en la tierra. Y ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor. Siervos, obedezcan a sus patrones de este mundo con respeto y responsabilidad, con corazón sincero, como quien obedece a Cristo. No se fijen en si son vigilados o si ganarán consideración, pues ustedes son siervos de Cristo que hacen con gusto la voluntad de Dios. Hagan su trabajo con empeño, por el Señor y no por los hombres, sabiendo que el Señor retribuirá a cada uno según el bien que haya hecho, sea siervo o sea libre. Y ustedes, patrones, actúen con sus siervos de la misma manera y dejen a un lado las amenazas; tengan presente que ellos y ustedes tienen en el cielo un mismo Señor, y que ése no hace distinción de personas” (Ef 6,1-9).
“De conformidad con el cuarto mandamiento, Dios quiere que, después que a Él, honremos a nuestros padres y a los que Él reviste de autoridad para nuestro bien” (CEC 2248). “Los hijos deben a sus padres respeto, gratitud, justa obediencia y ayuda. El respeto filial favorece la armonía de toda la vida familiar” (CEC 2251).

¿Cuáles son los deberes de los padres hacia sus hijos?

“Ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor” (Ef 6,4).
“Padres, no exasperen a sus hijos, no sea que se desanimen” (Col 3,21).
“No escatimes la disciplina del niño; aunque lo castigues con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, y librarás su alma del Sheol. Hijo mío, si tu corazón es sabio, mi corazón también se me alegrará” (Prv 23,13-15)
“El que ama a su hijo no le escatima los azotes, más tarde ese hijo será su consuelo. El que educa bien a su hijo, tendrá sus satisfacciones; se sentirá orgulloso de él delante de sus parientes. El que instruye a su hijo será envidiado por su enemigo; y se alegrará de él delante de sus amigos. Cuando su padre desaparezca, será como si no hubiera muerto, porque dejará tras de sí a otro como él. Durante su vida, su felicidad era verlo, cuando llegue la muerte no sentirá pena. Porque deja a los suyos un defensor frente a sus enemigos, y quien devuelva los favores a sus amigos. El que mima a su hijo tendrá que curar sus heridas; tendrá que ceder al más leve de sus gritos. Un caballo chúcaro no se puede montar, un hijo dejado a sus caprichos se vuelve insolente. ¿Quieres mimar a tu hijo? un día te hará temblar; juguetea con él, te causará tristeza. No te rías con él si no quieres un día afligirte con él y tener al fin que rechinar los dientes. No le des rienda suelta en su juventud, Pégale en las costillas cuando sea pequeño, no sea que se empecine y se te rebele. Educa bien a tu hijo, lábralo, o si no su mala conducta se volverá en tu contra. Más vale un pobre con buena salud y vigoroso que un rico que sufre en su cuerpo” (Sir 30,1-14).
“Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos en la fe, en la oración y en todas las virtudes. Tienen el deber de atender, en la medida de lo posible, las necesidades materiales y espirituales de sus hijos” (CEC 2252).

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