Criterios para discernir el voto: Elecciones 2018

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Redacción: Gabriel Alberto Leal Gudiño

@gabolealgudino

Como ciudadanos tenemos un compromiso, hoy, domingo primero de julio, ante el acontecimiento político más importante a nivel nacional, la elección de gobernantes de diferentes niveles, es por ello, que te proporciono algunos criterios para elegir y saber votar.

¿Qué criterio tenemos qué tener los católicos a la hora de votar?

Comparto algunas consideraciones sobre cómo debemos los cristianos hacer un juicio, desde la fe, de la elección de nuestros gobernantes:

– Los católicos estamos llamados a participar en las cuestiones sociales y políticas. El cristianismo es una invitación personal para vivir el amor de Cristo y ese amor cuando lo acepto, me compromete a vivirlo en comunidad construyendo una sociedad más fraterna, justa y solidaria. Y la política es un instrumento para ello, por ello Chiara Lubich le llama “el amor de los amores”.

– La Iglesia valora la democracia, como lo decía San Juan Pablo II en Centesimus annus. Es positivo que en una sociedad cada día más plural, la Iglesia valore todas las expresiones de lo humano, donde se privilegie la razón y se busque ser fiel a la realidad.

– Es una riqueza la diversidad de opiniones y las diferentes maneras de entender la realidad humana, por eso hay que optar por el diálogo y el entendimiento.

– Los Obispos en México propusieron la reflexión electoral en torno al <<Bien posible>>, ya que es necesario reconocer los límites que tiene hoy la política para poder lograr consensos y construir proyectos comunes.

– No hay políticos ni partidos perfectos porque no hay personas ni sociedades perfectas. Es muy válido disentir y por ello las campañas políticas son valiosas porque se presenta el reto de convencer cuál es, a juicio propio, la opción más viable.

– Considero positivo que no exista el “candidato ideal” ya que eso nos plantea hacer un ejercicio racional de conocer a las personas que se postulan, su trayectoria, sus principios personales, el equipo que los rodea, para después emitir un juicio y tomar una decisión informada.

– La postmodernidad se ha caracterizado por la caída de los megarelatos. El que ya no se identifiquen los partidos por su ideología, es consecuencia de ello. Es positivo que en este nuevo escenario haya alianzas entre partidos que parecían contrarios, pues es un ejercicio de trabajar por agendas comunes en lugar de poner el énfasis en ideologías que los dividían.

-Que la decepción por el desprestigio de los políticos no nos haga claudicar de la política. Esto debe llevarnos a construir una sociedad civil más fuerte, gobiernos más limitados y una ciudadanía más participativa y activa, dejando atrás los lastres del corporativismo y el paternalismo. Es necesario ser un pueblo que asume su destino.

– Un conflicto latente en la participación de algunos cristianos en política es quien identifica la misión de la Iglesia con una cultura o una serie de valores, moralismos o ideologías. Por ello considero que algunos fundamentalistas que caen en estos reduccionismos no representan la voz de la Iglesia ni son fieles al magisterio.

– Me parece inadecuado el término “voto católico”. Cuando la palabra católico es: adjetivo y no sustantivo, se termina ideologizando la fe. Hay que rechazar a quienes busquen manipular e instrumentalizar políticamente a la Iglesia o a sus ministros, porque la Iglesia es nuestra madre y a la madre no se utiliza. Los Obispos han sido claros en afirmar que no hay una sola opción válida y que no inducirán el voto, sino que invitan a que los cristianos hagan un juicio desde la fe. Entonces, más que promover el “voto católico”como si se tratara de un bloque, hay que buscar que los católicos voten a conciencia. Por ello considero positivo que entre cristianos no todos coincidan con la misma opción político – partidista, porque esto enriquece el diálogo.

-Tenemos a la Doctrina Social de la Iglesia como ayuda para hacer un juicio desde la fe para emitir el voto. No es una ideología, sino principios que nacen de la experiencia de fe para iluminar la realidad comunitaria.

– Los principios de defensa de la dignidad humana, de bien común o de solidaridad y justicia son la mirada concreta con que tenemos qué juzgar la realidad. No son ideas abstractas, porque la persona tiene un nombre y un rostro concreto. La política siempre presenta ocasiones para buscar la justicia y la solidaridad y, sobre todo, siempre se debe poner atención en que los bienes comunes se deben privilegiar sobre los bienes particulares. No se puede votar por quien solo trabaje para el beneficio de unos cuantos, sino que la política debe ser antes que otra cosa, un compromiso con el bien de toda la comunidad a la que se busca servir.

– En esta época de fake news y de post-verdad, hay que privilegiar que en campañas y en la actividad pública siempre se hable con la verdad. Nunca se puede justificar cualquier tipo de mentira, bajo ninguna circunstancia.

– La realidad es dinámica y compleja, por ello para hacer un adecuado juicio sobre quién votar, más que seguir simples fórmulas (a + b = c), hay que atender lo complejo de los problemas sociales. Hay que observar no exclusivamente los temas biopolíticos (vida, aborto, familia), que son temas importantes, pero no los únicos. Hay que preocuparse de igual manera por los temas económicos, sociales, la prioridad de atender a los más pobres, la ecología, los derechos laborales; es decir, los cristianos no somos “monotemáticos”, sino que queremos devolver el rostro humano a la totalidad de la realidad, sin excluir cualquiera de sus factores.

– Es importante conocer y comparar las propuestas, pero considero que no son el punto central. Pueden presentar el mejor diagnóstico y tener el equipo que elabore las mejores propuestas, pero de poco valen si no son personas íntegras, con una trayectoria y equipo confiable.

– Hay que romper la dialéctica amigo – enemigo en política, el cristiano es quien busca la reconciliación, la fraternidad y los puntos de encuentro con el otro. Podrá́ haber diferencias partidistas y de visión de los temas sociales, pero hay que buscar las coincidencias y construir juntos las soluciones. La política debe ser ocasión de encuentro, no de división ni exclusión. Aquí es el principal reto.

– Por ello mismo considero positivo el debate de las ideas. Hay que revalorar el uso de la palabra en la política y es sano mostrar las bondades del propio proyecto y señalar las fallas en las propuestas del otro. Pero siempre atendiendo la caridad, la honra de la persona y hablar en todo momento con verdad.

– Para el cristiano, lo fundamental en la política es el servicio, no el poder. Quien busca una posición pública antes que estar motivado por un bien particular o de grupo, debe tener a conciencia la intención de servir a su comunidad.

– Finalmente, el cristiano sabe que cualquier opción política siempre será́ limitada e insuficiente. Jesucristo es el rey de la historia y no podemos olvidar que la providencia actúa siempre para nuestro bien. Las circunstancias políticas no tienen la última palabra, hay que orar y hacer buen uso de nuestra libertad, viendo siempre por el bien de la comunidad.