San Martín Caballero nació en Hungría, en la época en que esta era ocupada por Roma, en el año 316. Es conocido como el santo Patrón de los necesitados, los soldados, los fabricantes textiles y los comerciantes.

El cristianismo en aquel tiempo era conocido como una nueva religión de poca popularidad. Para los principios de su adolescencia, se le exige que se una al ejercito y éste comienza a servirle desde ese entonces. Luego de numerosas batallas, gana experiencia y conocimiento suficiente para convertirse en jefe de caballería imperial.

Un día se encuentra a un mendigo que temblaba de frío en las afueras de la ciudad, el cual le pide que lo ayude a encontrar un poco de ropa. Debido a que él había pagado por la mitad de su uniforme de caballero, decidió regalar la mitad de su capa al mendigo para que entrara en calor.

La historia relata que esta misma noche, Martín recibió la visita de Jesucristo en un sueño, vestido con la media capa que le había regalado al mendigo, agradeciéndole y contándole esta historia a sus ángeles.

La mañana siguiente, proclamó su deseo de retirarse del ejercito para bautizarse, pues no quería seguir derramando sangre de hombres.

Para aquel entonces era un delito intentar desertar la caballería, por lo que se le negó su petición y se le perdonó por ser uno de los mejores combatientes.

Tiempo después, cuando los romanos se alistaban a combatir a los invasores bárbaros, el emperador visitó a su ejército para darle a cada uno de los soldados un incentivo económico antes de la batalla. Al llegar a Martín, éste le dijo: “Emperador, he luchado por ti, permite que ahora luche por Dios. Yo soy soldado de Cristo, y no me es lícito seguir en el ejército ni aceptar tu dinero”.

El emperador podía haber mandado ejecutar al soldado, pero Martín era apreciado por todos y, de hacerlo, bajaría la moral y ocasionaría descontento en la tropa en víspera de la batalla. Por ello, el emperador prefirió burlarse de él, diciéndole: “Los bárbaros nos atacarán mañana y tu actitud, querido Martín, parece movida por el miedo más que por tu fe. Dices ser cristiano por miedo de enfrentarte y derramar sangre”. Martín le respondió: “Mañana déjeme en primera línea de batalla, sin armas, sin escudo y sin casco, así le probaré mi valor y fidelidad, y le demostraré que el miedo que tengo no es a morir, sino a derramar la sangre de otros hombres”. Así lo acordaron.

Sin embargo, el ejercito contrario acordó tregua y el emperador permitió entonces a Martín dejar la vida militar

A partir de aquí, se bautiza y viaja a Tours para estudiar y dedicarse a la Iglesia, se convierte en obispo y se le atribuyen numerosos milagros e intervenciones.