Con mucho gozo la comunidad del Seminario se ha unido a la emoción de los 23 miembros de la comunidad del grupo Gaudium Indictum, convocados en la alegría, que, siguiendo en el proceso vocacional, han solicitado portar la sotana, elemento que identifica a los jóvenes que quieren entregar su vida en la vida presbiteral, y por lo que ingresan al seminario.

La sotana comenzó a implementarse en la Iglesia a partir del siglo V con el propósito de darle a los sacerdotes un modo de vestir simple y austero. El color negro es símbolo la muerte al mundo, a la vanidad. De igual modo se recibe la banda que se pone alrededor de la cintura, y de color azul, siendo representada la castidad y como recuerdo de la devoción mariana. Por último, se coloca sobre la sotana la cota, símbolo de la gracia de vida. Estos se convierten en una forma de expresión pública de seguimiento en la vida del seminario.

La Eucaristía de recepción de sotana se llevó a cabo en el patio central del Seminario Mayor, en San Juan de los Lagos, este 11 de noviembre a las once de la mañana, celebración solemne presidida por nuestro rector, presbítero Antonio Ramírez Márquez, quien en la homilía dio una profunda reflexión sobre este hecho. Dijo: “la sotana se recibe no como un recurso para que te motives a echarle ganas a tu formación, aunque también te ayude a eso, sino porque vemos tu persona y tu proceso, que estás dispuesto y preparado para dar este paso. Expresa tu decisión de continuar con más seriedad tu proceso discipular para irte configurando con Cristo Buen Pastor. Recuerda que el hábito no hace al monje, sólo lo distingue, pero ten presente que la sotana es un signo sacerdotal, que habrá que vestirla con respeto, dignidad y sentido de fe, no es pues para esconder, tapar o disimular realidades o para dar una imagen social tratando de buscar otros intereses o intenciones. Vestir la sotana tiene que hacerte tomar conciencia que un día, en el Bautismo, fuiste revestido de Cristo y quedó atrás el hombre viejo, por ello, al vestir la sotana debes ir teniendo los sentimientos de Cristo, de humildad, compasión, bondad, mansedumbre, paciencia. Finalmente, que este acontecimiento importante en tu caminar vocacional no te distraiga de continuar con tu proceso formativo, olvidando las recomendaciones que te han hecho”.

La alegría de estos veintitrés hermanos no es signo de entrega y esperanza solo para ellos y sus familias, ni sólo para la comunidad del seminario, sino para toda la Iglesia, pues nos recuerda que en medio de los tiempos difíciles en torno al sacerdocio Dios sigue llamando a muchos jóvenes. Que nuestra Señora de San Juan proteja nuestro Seminario Diocesano y que todos colaboremos en la formación de los futuros pastores.