¿Qué es la Encarnación?

“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que corresponde al Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14).

“En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en carne es de Dios; todo profeta que no reconoce a Jesús no es de Dios, sino del anticristo. Ustedes han oído que este viene; en efecto, ya está en el mundo” (1Jn 4,2-3).

“Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según la carne, sino según el espíritu” (Rm 8,3-4).

“En el momento establecido por Dios, el Hijo único del Padre, la Palabra eterna, es decir, el Verbo e Imagen substancial del Padre, se hizo carne: sin perder la naturaleza divina asumió la naturaleza humana” (CEC 479).

“Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre en la unidad de su Persona divina; por esta razón Él es el único Mediador entre Dios y los hombres” (CEC 480).

“Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la única Persona del Hijo de Dios” (CEC 481).

“Cristo, siendo verdadero Dios y verdadero Hombre, tiene una inteligencia y una voluntad humanas, perfectamente de acuerdo y sometidas a su inteligencia y a su voluntad divinas que tiene en común con el Padre y el Espíritu Santo” (CEC 482).

“La Encarnación es, pues, el misterio de la admirable unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la única Persona del Verbo” (CEC 483).

“Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María porque él es el Nuevo Adán (cf. 1Co 15,45) que inaugura la nueva creación: ‘El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el segundo viene del cielo’ (1Co 15,47). La humanidad de Cristo, desde su concepción, está llena del Espíritu Santo porque Dios ‘le da el Espíritu sin medida’ (Jn 3,34). De ‘su plenitud’, cabeza de la humanidad redimida (cf Col 1,18), ‘hemos recibido todos gracia por gracia’ (Jn 1,16)” (CEC 504).