Por: Ciudad del Vaticano (AICA) – aica.org

Tras la pausa del mes de julio, en el verano romano, el papa Francisco retomó la Audiencia General de los miércoles. Ante los miles de fieles congregados en el aula Pablo VI, el Santo Padre dedicó su catequesis a los mandamientos, comenzando por el primero que indica, “No tendrás otros dioses delante de mí”.

El Pontífice dijo que, “los ídolos son mentirosos; prometen felicidad, pero no la dan, sino que esclavizan y terminan haciéndose dueños de nuestra existencia. En cambio, el verdadero Dios no nos ofrece ilusiones ficticias ni hace despreciar el momento presente, sino que enseña a amar a los demás y a vivir la realidad de cada día”.

Francisco señaló que, “el primer mandamiento nos lleva a reflexionar sobre el tema de la idolatría, que es de gran actualidad. Al dar este mandamiento, Dios añade: «No te fabricarás ídolos ni figura alguna, no te postrarás ante ellos, ni les darás culto».

El ser humano, -señaló el Papa- sea creyente o no, es propenso a crearse ídolos. La palabra “ídolo” en griego viene del verbo “ver”. Un ídolo es una “visión” que llega a ser una fijación, una obsesión sobre algo que pudiera responder a las propias necesidades y, por tanto, se busca y se hace todo por alcanzarla, pensando que en ella está la felicidad.

“El dinero roba la vida y el placer lleva a la soledad. Las estructuras económicas sacrifican vidas humanas para utilidades mayores. Se vive en la hipocresía, haciendo y diciendo lo que los demás esperan, porque el dios de la propia afirmación lo impone”, explicó el Papa.

“Y se estropean vidas, –continuó diciendo–, se destruyen familias y se abandonan jóvenes en mano de modelos destructivos”.

“Los ídolos proyectan hipótesis futuras y hacen despreciar el presente”, sin embargo, “el Dios verdadero enseña a vivir en la realidad de cada día”, dijo el pontífice.

Después preguntó Francisco: “¿Cuál es verdaderamente mi Dios?, ¿es el amor Uno y Trino, o mi imagen, mi éxito personal, quizás en el interior de la Iglesia?”.

El Papa explicó que Dios “está en el centro de la propia vida y de Él depende lo que se piensa”. “Se puede crecer en una familia que dice ser cristiana pero centrada, en realidad, en puntos de referencia extraños al Evangelio”.

“El mundo ofrece el ‘supermercado’ de los ídolos, que pueden ser objetos, imágenes, ideas, roles”, comentó y explicó que un ídolo “es una visión que tiende a convertirse en una fijación, una obsesión. El ídolo es en realidad una proyección de sí mismo en los objetos o en los proyectos”.

“De esta dinámica se sirve, por ejemplo, la publicidad: no veo el objeto en sí, pero percibo ese automóvil, el celular –u otras cosas– como un medio para realizarme y responder a mis necesidades existenciales”.

“Y lo busco, hablo de eso, pienso en ello; la idea de poseer ese objeto o realizar ese proyecto, alcanzar esa posición parece una vía maravillosa para la felicidad, una torre para alcanzar el cielo, y todo se convierte en algo funcional a esa meta”, explicó.

Asimismo, alertó el pontífice que los ídolos “exigen un culto, exigen rituales” y ante ellos “se postra y se sacrifica todo” y puso algunos ejemplos actuales: “en la antigüedad hacían sacrificios humanos a los ídolos, pero también hoy: por la carrera se sacrifican los hijos, descuidándolos, o simplemente no teniéndolos; la belleza requiere sacrificios humanos; la fama pide la inmolación de sí mismo, de la propia inocencia y autenticidad”.

Por último, Francisco invitó a “reconocer las propias idolatrías”, lo que ya es “un inicio de gracia, y coloca en el camino del amor”. “Para amar de verdad es necesario liberarse de los ídolos”, concluyó. +