La Palabra de Dios es la guía de nuestra vida. Pero la Palabra de Dios no se reduce a la Biblia, Palabra inspirada que sirve de criterio para discernir la autenticidad de las otras formas de comunicación de Dios. Porque Dios habla en la creación y en la historia, que los profetas recogieron, anunciaron y aplicaron como Palabra viva. Ante todo la Palabra viva de Dios se ha encarnado en Cristo. Y le encontramos en lo que la Iglesia ha vivido, comprendido, predicado y precisado acerca del acontecimiento Cristo, y que llamamos tradición viva de la Iglesia.

La Palabra de Dios alude a la comunicación divina a los hombres, en especial a su elegido Pueblo de Israel y luego al nuevo pueblo que es la Iglesia. Esa Palabra es algo vivo, misterioso e imperceptible; mientras que la Escritura Sagrada es algo visible y concreto.  Pero Dios habla y su mensaje queda vivo en los oyentes. El depósito en el que está guardada esa comunicación es la Biblia, entregada y transmitida por la tradición y la comunidad, con la autoridad o magisterio al frente.

En el Catecismo de la Iglesia Católica están las verdades cristianas fundamentales, formuladas en forma clara, que faciliten su comprensión, aprendizaje y recepción viva. Como escribió el Papa san Juan Pablo II al presentarlo: “Es un compendio de la única y perenne fe católica, un medio privilegiado para profundizar en el conocimiento inagotable del Misterio cristiano, un punto de referencia para el cumplimiento de la misión, y una norma auténtica y segura para la enseñanza de la doctrina católica”.

La catequesis es un ministerio de la Palabra, no de la palabra humana sino de la divina. Anuncia al mismo Cristo, Palabra divina encarnada, que llega a la vida de sus destinatarios e interlocutores los seres humanos. El catequista es ante todo un mensajero de la Palabra divina, que anuncia a Cristo, la encarnación de esa Palabra.

No puede haber oposición entre Catecismo de la Iglesia Católica y Sagrada Escritura. La Biblia es la Palabra de Dios inspirada, y el catecismo es el compendio sistemático de todas las verdades de fe que Dios ha revelado en ella, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. La Biblia es el alma de la catequesis y la primera fuente de inspiración de todo catequista. Sin amor sincero y sin profundos conocimientos de la Palabra divina depositada en ella no puede haber una buena tarea catequética en ningún nivel ni ámbito.

A través de una serie de artículos estaré exponiendo el contenido del Catecismo de la Iglesia Católica (CEC), siguiendo las preguntas de la “Síntesis del Catecismo de la Iglesia Católica” del padre Fernando Castro Aguayo S.I., añadiendo al texto del CEC algunos textos bíblicos de referencia, sin hacer exégesis, para permitir que el lector profundice. Seguiré el orden de sus 4 partes:

I. La profesión de fe (lo que debemos creer).

II. La celebración del Misterio cristiano (la Liturgia).

III. La vida en Cristo (la moral cristiana).

IV. La oración cristiana (espiritualidad).