¿Por qué permite Dios el mal?

“La permisión divina del mal físico y del mal moral es misterio que Dios esclarece por su Hijo, Jesucristo, muerto y resucitado para vencer el mal. La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros solo conoceremos plenamente en la vida eterna” (CEC 324).

“Los ángeles y los hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino último por elección libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse. De hecho pecaron. Y fue así como el mal moral entró en el mundo, incomparablemente más grave que el mal físico. Dios no es de ninguna manera, ni directa ni indirectamente, la causa del mal moral, (cf. San Agustín, De libero arbitrio, 1, 1, 1; STh 1-2, q79 a1). Sin embargo, lo permite, respetando la libertad de su criatura, y, misteriosamente, sabe sacar de él el bien: ‘Porque el Dios Todopoderoso… por ser soberanamente bueno, no permitiría jamás que en sus obras existiera algún mal, si Él no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal» (San Agustín, Ench. de fide, spe et caritate, 11,3).

“Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio” (Rm 8,28).

“Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba” (Tb 12,13).

“Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por su cuerpo que es la Iglesia” (Col 1,24).

¿Quiénes son los ángeles?

“Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Porque les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial” (Mt 18,10).

“Los ángeles son criaturas espirituales que glorifican a Dios sin cesar y que sirven sus designios salvíficos con las otras criaturas: ‘Los ángeles cooperan en toda obra buena que hacemos’ (STh 1, 114, 3, ad 3)” (CEC 350).

“Los ángeles rodean a Cristo, su Señor. Le sirven particularmente en el cumplimiento de su misión salvífica para con los hombres” (CEC 351).

¿Existe el Demonio?

“Pero Dios creó al hombre a imagen de lo que en él es invisible, y no para que fuera un ser corruptible. La envidia del diablo introdujo la muerte en el mundo, y la experimentan los que toman su partido” (Sb 2,21-24).

“Y apareció otra señal en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz… Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, llamado Diablo y Satanás, seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Ángeles con él” (Ap 12,3-4.7-9).

“Jesús fue llevado del Espíritu al desierto, para ser tentado del diablo. Y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y acercándose a Él el tentador, dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan’. Mas Él respondiendo, dijo: ‘Está escrito: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios’. Entonces el diablo le lleva a la santa ciudad, y le pone sobre las almenas del templo, y le dice: ‘Si eres Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: A sus ángeles mandará por ti, y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra’. Jesús le dijo: Está escrito además: ‘No tentarás al Señor tu Dios’. Otra vez le pasa el diablo a un monte muy alto, y le muestra todos los reinos del mundo, y su gloria, Y le dice: ‘Todo esto te daré, si postrado me adoras’. Entonces Jesús le dice: ‘Vete, Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás’. El diablo entonces le dejó: y he aquí los ángeles llegaron y le servían” (Mt 4,11).

“Satán o el diablo y los otros demonios son ángeles caídos por haber rechazado libremente servir a Dios y su designio. Su opción contra Dios es definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebelión contra Dios” (CEC 414).