Venga a nosotros tu Reino

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Redacción: Hna. Margarita Migdalia Cundapí Morales

El papa Francisco continuó el miércoles 6 de marzo, con su catequesis sobre la oración del Padrenuestro. La reflexión se centró en la segunda invocación: Venga a nosotros tu reino. 

Jesús no empuja a la conversión sembrando el miedo

Jesús comenzó su predicación en Galilea proclamando: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en el Evangelio”; con estas palabras Jesús, no quiere empujar a la gente a convertirse sembrando el miedo del juicio inminente de Dios o el sentimiento de culpa por el mal cometido, sino al contrario, trae la Buena Noticia de la salvación.

Jesús ya desde el comienzo de su misión anunciaba la llegada del Reino, y animaba a la gente a convertirse para acoger en sus vidas la Buena Noticia de la salvación. Cuando en un mundo tan marcado por el pecado y el sufrimiento rezamos con la expresión venga a nosotros tu Reino, le pedimos a Dios que no se aleje de nosotros, que lo necesitamos.

En un mundo marcado por el pecado, invocar al Padre

Subrayando la necesidad que tenemos de Dios, el Papa reflexionó sobre los hechos que prueban que la victoria de Cristo aún no se ha realizado plenamente, en un mundo que está marcado por el pecado. Un mundo, de guerras y de tantas formas de explotación, como por ejemplo la trata de niños. Por ello, remarcó la importancia de esta segunda invocación, porque muchos hombres y mujeres viven todavía con el corazón cerrado.

Es especialmente en estas situaciones que la segunda invocación del Padre Nuestro emerge en los labios del cristiano: Venga a nosotros tu reino. Es como decir: Te necesitamos Jesús, necesitamos que en todas partes y siempre tú seas Señor entre nosotros.

El Reino de Dios se propaga con paciencia y mansedumbre

El Maestro, que transmitió su victoria con el lenguaje de las parábolas, expresó que el Reino de Dios es similar a un campo donde el buen trigo y la cizaña crecen juntos. Y en este sentido, el peor error sería, querer intervenir inmediatamente erradicando del mundo lo que nos parece ser la cizaña. Esto porque no es por la violencia que el Reino se establece en el mundo, sino que su estilo de propagación es la mansedumbre. 

En sus parábolas, Jesús enseñó que el Reino de Dios crece y se propaga con paciencia y mansedumbre y que a pesar de tener una apariencia humilde, como un grano de mostaza o un poco de levadura, lleva dentro una fuerza capaz de transformar los corazones y el mundo. Estas parábolas manifiestan también el misterio de Cristo, de su muerte y resurrección. Él es como el grano de trigo que cae en tierra y muere para dar mucho fruto. Así, cuando decimos en el Padre nuestro venga a nosotros tu Reino, nuestro corazón se llena de luz con la esperanza de Cristo que viene a nuestro encuentro.

Sembrar la Palabra de Dios en medio de pecados y fracasos

Por todo ello, el pontífice exhortó a sembrar estas palabras en medio de nuestros pecados y fracasos, a regalárselas a las personas que han sido derrotadas y doblegadas por la vida, a las que han probado más el odio que el amor, a las que han vivido días inútiles sin entender nunca por qué.  

Regalémosla a los que han luchado por la justicia, a todos los mártires de la historia, a los que han llegado a la conclusión de que han luchado por nada y de que el mal domina este mundo. Escucharemos entonces la oración del “Padre Nuestro” que responde. Repetirá por enésima vez esas palabras de esperanza, las mismas que el Espíritu ha puesto como sello de todas las Sagradas Escrituras: “¡Sí, vengo pronto!  Amén. Ven, Señor Jesús” (Ap 22, 20).

De este modo, animó a invocar con insistencia venga tu Reino que significa ven Señor Jesús y aseguró que el Señor viene, en su modo todos los días, tengamos confianza en esto.