Un 29 de junio de 1972, ejecutando lo decretado por la Bula “Qui Omnium”, de su Santidad Pablo VI, luego de haber sido nombrado como primer obispo de la naciente Diócesis de San Juan de los Lagos, el arzobispo – obispo Francisco Javier Nuño Guerrero, en una solemne Eucaristía celebrada en la, a partir de ese momento, Catedral de San Juan de los Lagos, se erigió la Diócesis de San Juan de los Lagos.

“Bellísima y sin precedente fue la recepción que tributó la ciudad de San Juan de los Lagos al Sr. Arzobispo – Obispo Dr. D. Francisco Javier Nuño, nombrado por la Santa Sede, primer Pastor de la nueva Diócesis”. Así lo relata Alberto Santoscoy en su obra titulada “Historia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos”.

Aquel día, “poco antes de las 10 horas, un repique general anunció al pueblo la llegada de los ilustres Mitrados… a las 10:30 a.m. llegaron los ilustres Mitrados a la puerta principal de la Basílica entraron al altar, donde el Sr. Nuño puesto de rodillas ante el Sr. Delegado Apostólico, hizo el juramento de fidelidad a la Santa Sede, recibiendo enseguida, de manos del mismo Sr. Delegado un hermoso Báculo (símbolo de su misión pastoral)” -continúa Santoscoy-.

Gozo sin igual se vivió en aquel día y ahora se reviven con gratitud aquellos momentos en los que inició a fraguarse, con ilusión y confianza en Dios y María Santísima, la historia diocesana.

47 años después de caminar diocesano, son muchos los frutos que se han recogido como herencia de quienes han pasado primero: un seminario bendecido con abundancia de vocaciones, 95 comunidades parroquiales y 11 cuasiparroquias, 361 sacerdotes y 14 diáconos, una pastoral orgánica prometedora y un Pueblo de Dios que aspira a la Santidad.

En este caminar diocesano destaca la pastoral orgánica, que es como el ADN de esta Iglesia particular y que ahora presenta el VI Plan Diocesano de Pastoral que “asegura y concreta nuestra visión del proyecto salvador de Dios en este tiempo y lugar. Describe el modo en que nuestra comunidad diocesana decidió emplear las estrategias para alcanzar sus objetivos. Marca los pasos de acción y los cambios a realizar en nuestras comunidades, con las enseñanzas de estos años de un proceso de pastoral planificada, orgánica y de conjunto…”

Ahora, con renovada ilusión y esperanza, con 47 años de experiencia diocesana, “no podemos ser conformistas y sentirnos satisfechos. Debemos afrontar el desafío del cambio, la crisis antropológica, una ecología integral y la era digital… El protagonismo de los laicos, la mística de comunión y participación, de encuentro, diálogo y escucha, crearán un estilo nuevo en la realización de nuestra pastoral”.

“En la Santísima Virgen María encontramos ese modelo de redimidos que aspiramos alcanzar, y en los mártires nuestros testigos insignes de ese camino de seguimiento misionero de Cristo en nuestras tierras”.

¡Duc in altum!