¿De qué manera hace la Iglesia la conmemoración de los Fieles Difuntos? ¿Qué sentido tiene el conmemorar a aquellos que se nos han adelantado? La Iglesia ha dejado esta fecha, un día después de la Solemnidad de Todos los Santos, -no es casualidad, pues tiene una continuidad con el día precedente-, con el título de Conmemoración de los Fieles Difuntos, es importante resaltar que usa las palabras conmemoración y difuntos. Conmemorar, etimológicamente, significa meter en la mente completamente, recordar a alguien públicamente; y difunto, quiere decir el que ha cumplido su función, su encargo.

Nos unimos en estos dos días a la Ciudad Celestial, sea con nuestros hermanos que ya gozan plenamente de la presencia de Dios en el cielo, como de aquellos que aún se están preparando para entrar al cielo. Celebramos estas dos fechas, sea pidiendo la intercesión de todos los santos y orando por los fieles difuntos. El rezar por nuestros difuntos es una manera de unirnos a ellos, y sentir su presencia, pues con ellos estamos unidos para la eternidad.

Nombres, rostros, recuerdos. Son algunas de las cosas que evocan el conmemorar, el recordar, el volver a pasar por el corazón a nuestros seres queridos, pues la palabra recordar quiere decir precisamente eso, volver a pasar por el corazón. Y creo que la costumbre mexicana de realizar altares de muertos, desde la perspectiva cristiana, cumple la función de conmemorar a nuestros seres queridos, al preparar los platos típicos que les gustaban, al poner sus prendas, al colocar sus objetos, sus fotografías, estamos realizando un ejercicio de reavivar acontecimientos junto a ellos.

El día dos de noviembre la Iglesia hace conmemoración de los Fieles Difuntos, en la cual nuestra atención se pone en nuestros hermanos que forman parte del cuerpo místico de Cristo, la Iglesia, una celebración que nos ayuda a comprender la unión que vivimos, la comunión de los Santos, es decir, los que ya están en la presencia de Dios y los que aún peregrinamos en la tierra. Este es el sentido del dos de noviembre, recordar que vivimos en la comunión de los Santos, la comunión de la Iglesia, Peregrinante, Purgante y Triunfante.

El “réquiem” o Dales Señor el eterno descanso, es una antigua oración que pide a Dios el descanso, la paz y eterna felicidad, donando a ellos la alegría del Paraíso. Desde los tiempos de las primeras catacumbas cristianas resulta que las antiguas comunidades cristianas rezaban por sus difuntos y los recordaban en la Celebración Eucarística.

El Paraíso, que es la eterna comunión con Dios, no significa aislamiento, es más, funda la perfecta comunión de los Santos, porque en Cristo, los vivos interceden por los difuntos y los difuntos interceden por los vivos.

¡Dales Señor el descanso eterno y luzca para ellos la eterna luz!