Hablemos de educación – Madurez religiosa

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Fotografía: Hector Javier. Muestras de fe ante las reliquias de San Pedro Esqueda

En el presenta artículo, como ya se ha anunciado en el título, vamos a describir, a grandes rasgos el concepto de madurez religiosa. Este es el último componente de aquello que hemos descrito como “madurez integral” después de haber puntualizado los aspectos de la madurez de tipo afectivo-emocional, mental, social y moral de la persona.

Probablemente, el concepto de madurez religiosa sea el más complejo de describir y profundizar. Además, es probable que algunos de nosotros, basados en prejuicios de tipo hipermodernistas y positivistas, no consideremos la dimensión religiosa como una característica inherente al ser humano. No obstante, las premisas anteriores, son varios los autores, como G. W. Allport (cfr. 1972, 252-253) por ejemplo, que consideran el sentimiento religioso como un punto central en la vida del ser humano ya que podría ser el elemento capaz de integrar en una totalidad armónica el resto de los elementos de la madurez (cfr. Formella, 2009, 32-33).

La importancia del desarrolla de una actitud religiosa tiene tiene su origen en la afirmación de que solo a través de esta dimensión es posible que el ser humano pueda alcanzar el sentido profundo de su existencia y la resolución de todos los dilemas de la existencia, logrando precisamente unificar las distintas dimensiones de la personalidad. Recordemos que, según Maslow, una de las características de la adultez del ser humano es precisamente poder obtener o crear una serie de “experiencias místicas” (peak experiences) o experiencias de sentido sobre la vida, Dios y el mundo (cfr. Formella, 2009, 23).

En este sentido, son también interesantes los esfuerzos de otros autores, incluso de marcada línea no creyente, interesados en la vida espiritual. Por ejemplo, Howard Gardner, famoso por su teoría de las inteligencias múltiples, se cuestiona, no sin problemas, sobre la existencia de una inteligencia espiritual, entendiendo por “espiritual” el cuestionamiento que cada ser humano en alguna etapa de su vida hace en relación a las grandes verdades existenciales, la relación con una realidad aún más trascendente de aquello que se percibe a través de la experiencia, la espiritualidad como un estado del ser y como una manera de entrar en comunión con los otros seres (cfr. Gardner, 2015, 75-83).

El sentido religioso del ser humano corresponde a un desarrollo gradual individual y la presencia de una comunidad creyente capaz de sostener al individuo en su búsqueda de la trascendencia, la relación con lo inefable y las realidades místicas. Generalmente este grado de madurez corresponde al grado de madurez integral que ha alcanzado el individuo a través de los años. Es interesante también notar como una vida espiritual madura nace gracias al desarrollo de una cierta sensibilidad mística y de intuiciones profundas por el sentido de la vida. Es también importante subrayar que el desarrollo espiritual de las personas puede verse vulnerado, incluso bloqueado, por experiencias inadecuadas de la religión, la cristalización de las ideas religiosas, de los dogmatismos fijos y voraces, de prejuicios, fanatismos, limitaciones mentales o líderes fanáticos y controladores presentes en todos lados (cfr. Formella, 2009, 32-34).

Convertirse en una persona creyente se debe, por lo tanto, a una gran cantidad de factores que ayudan a nuestro crecimiento religioso y espiritual que finaliza en un conocimiento profundo de la naturaleza humana, del sentido de la presencia del ser humano en esta tierra y la relación con la realidad trascendente. Cuestionarnos sobre estas dimensiones en nuestra vida debería de convertirse en una prioridad, para aquellos que se encuentran en la edad de en medio. precisamente porque son ello quienes tiene la posibilidad de dar sentido a la propia existencia y la de los demás, además de de transmitir a las nuevas generaciones un sentido religioso profundo.