“El peligro de votar por inercia”

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Votar por inercia es dejarse llevar por lo que dicen las encuestas o dicen los porristas de cada partido. Y digo que no debemos guiarnos por las encuestas, porque coinciden todas en ser solo una foto del momento. Coinciden en que los encuestados pueden mentir o cambiar su decisión. Coinciden en que no fueron encuestados todos los que van a votar. Y coinciden en ignorar cuántos son los que realmente no saben por quién votarán. Por tanto, ¿cuántos serán los que no han manifestado la intención de su voto…? Esto me lleva a creer que son los suficientes votantes para que gane uno de los tres, sin importar si va en primero, segundo o tercer lugar.

Planteadas así las cosas, no votemos por inercia; que no decida por nosotros ni una minoría, ni una medianía, ni una mayoría. Sería el voto de otros el que votaría por nosotros.

Votar por inercia es dejarnos seducir por las palabras generosas, mágicas que prometen dar mucho más de lo que pueden dar.

Votar por inercia es votar sin informarnos, sin juzgar quién de los tres hará más bien a toda la comunidad, cuya mayoría es pobre.

Votar por inercia es votar como si fuera un juego de azar o un “volado,” como si fuera una decisión sin importancia; sin calcular el mucho bien o el mucho mal que hará.

¡HAY SUFICIENTE TIEMPO PARA QUE TÚ SEAS QUIEN DECIDA TU VOTO!