Todos fundamentamos nuestra actividad formal sobre ciertos principios: los médicos sobre el Juramento de Hipócrates; los deportistas en el reglamento; los políticos a su protesta, ideología y las leyes; las pandillas al código no escrito de principios de grupo. Nuestros principios como cristianos son las enseñanzas de los apóstoles, plasmadas en el Nuevo Testamento, y recogidas en doce artículos que se profesaban al bautizarse, y forman ahora el Credo o Símbolo de los Apóstoles. Estaremos viendo de uno por uno.

  1. CREO EN DIOS PADRE TODOPODEROSO CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA

¿Qué es la Santísima Trinidad?

“El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Solo Dios puede dárnoslo a conocer revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo” (CEC 261).

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con todos ustedes” (2Co 13,13).

“Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,19).

“La Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es ‘consustancial al Padre’, es decir, que es en Él y con Él el mismo y único Dios” (CEC 262).

“La misión del Espíritu Santo, enviado por el Padre en nombre del Hijo (cf. Jn 14,26) y por el Hijo ‘de junto al Padre’ (Jn 15,26), revela que Él es con ellos el mismo Dios único. ‘Con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria'” (CEC 263).

“‘El Espíritu Santo procede principalmente del Padre, y por concesión del Padre, sin intervalo de tiempo procede de los dos como de un principio común’ (S. Agustín, De Trinitate, 15, 26, 47)” (CEC 264).

“Por la gracia del Bautismo ‘en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’ (Mt 28,19) somos llamados a participar en la vida de la Bienaventurada Trinidad, aquí abajo en la oscuridad de la fe y, después de la muerte, en la luz eterna (cf. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 9)” (CEC 265).

“‘La fe católica es esta: que veneremos un Dios en la Trinidad y la Trinidad en la unidad, no confundiendo las Personas, ni separando las substancias; una es la persona del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo; pero del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo una es la divinidad, igual la gloria, coeterna la majestad” (Símbolo “Quicumque”: DS, 75) (CEC 266).

“Las Personas divinas, inseparables en su ser, son también inseparables en su obrar. Pero en la única operación divina cada una manifiesta lo que le es propio en la Trinidad, sobre todo en las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo” (CEC 267).