Es bueno que el pueblo hable, se manifieste, marche y proteste. Es bueno, porque la voz del pueblo es la voz de Dios. Es, pues, esta la más legítima; la más digna de ser escuchada y atendida por nuestros gobernantes, pues para esto los elegimos.

En la práctica, solo con dos armas contamos para defendernos de las malas acciones de nuestro gobierno: el voto para elegirlos y la voz del pueblo para condenar sus censurables acciones.

Ciertamente hemos de reconocer que, concretamente, las dos Cámaras de: Senadores y de Diputados deberían ser los representantes de nuestro pueblo. Ellos deberían cumplir fielmente la voluntad del pueblo, expresada, sobre todo, en las voces de la mayoría. Ellos deberían hacer llegar las legítimas demandas de su pueblo, particularizadas en cada estado y municipio.

Pero la verdad es que somos traicionados porque la fidelidad total de los senadores y diputados, no es a México, sino a su partido y al Presidente de la República -si es el de su partido, o beneficia a su partido-.

Como pueblo mexicano, realmente somos todavía invisibles. Somos infelices destinatarios. Somos sujetos a ser gobernados, mascando el rencor de ser siempre “los olvidados”. Los diálogos, en México, siempre son con la cabeza, pero sin cuerpo. Son con los dirigentes enriquecidos y no con los siempre pobres representados.

Por esta realidad mexicana que convierte al pueblo en un mero objeto, es bueno que el pueblo hable y se manifieste. Es bueno que deje ese silencio pasivo que está convencido de que, en México, nada cambia.

Nuestra marcha Por la Vida no solo la gritaron los que marcharon, sino que también la harán suya los que la escuchan. Realmente es bueno que nuestro pueblo mexicano marche y hable defendiendo sus valores, que son muy suyos y son de la mayoría. Vale la pena defender la vida, la familia, la sexualidad, tal como está escrita en nuestra naturaleza. Vale la pena defender el amor entero sin reducirlo al amor de los sentidos. Ganemos esta batalla haciéndola de muchos. Hagámosla más fuerte sabiendo que la mayoría sensatamente pensamos y queremos UN MÉXICO DONDE SIEMPRE ONDEARÁ LA BANDERA DE LOS VALORES.