¿POR QUÉ VES LA PAJA EN EL OJO AJENO Y NO VES LA VIGA QUE LLEVAS EN EL TUYO? Queridos hermanos y hermanas: La Palabra de Dios nos invita a no juzgar a los demás, a no ver la paja en el ojo ajeno, a fijarnos más bien en lo que nosotros llevamos.

Cuentan que un día, la madre de familia se dio cuenta que al lado de su casa llegaron unos nuevos vecinos y como es la costumbre, pasados unos días fue a visitarlos para darles la bienvenida y obsequiarles un pie. Se presentaron cordialmente y los nuevos vecinos agradecieron su amabilidad. Resulta que en la cocina tenían una ventana muy grande, la cual daba al patio donde la nueva vecina tendía su ropa limpia para que se secara. Un día la madre de familia le comentó a su esposo que la nueva vecina no lavaba bien su ropa, que la dejaba percudida, lo cual llamó la atención, ya que la vecina, por su edad, tenía la suficiente experiencia para hacerlo bien. Pasó el tiempo y las cosas seguían igual: ella no se animaba a darle algunos consejos de limpieza, pero de vez en cuando comentaba a su esposo lo mal que la vecina lavaba la ropa. Hasta que una mañana bajó a preparar el desayuno y se llevó una sorpresa: La ropa tendida de la vecina resplandecía de blanca. Entonces llamó a su esposo para que viera ese prodigio. Cuál no sería su sorpresa cuando su esposo le dice: “Querida, esta mañana muy temprano bajé a lavar los vidrios de la cocina”.  Podemos decir que es muy fácil sacar conclusiones precipitadas y dar las cosas por hecho. Quién sabe cuántas veces en nuestra vida miramos las cosas, miramos a los demás, a través de los vidrios poco limpios de nuestros ojos, y erramos. Para evitar juzgar inadecuadamente les sugiero seguir estos consejos:

Educa a tus ojos para ver lo bueno. Es una cuestión de voluntad. Piensa que la palabra “optimismo” quiere decir que tenemos una predisposición para buscar lo óptimo en la vida. A veces el optimismo nos viene por una adecuada educación en el hogar, pero cuando uno no ha tenido esa bendición en el hogar, entonces uno puede disciplinarse para entender, analizar y buscar lo mejor en la vida. Piensa en esto: lo opuesto es el pesimismo, e implica que hemos educado a nuestros ojos para buscar lo pésimo, lo peor, en la vida. Piensa además que el pesimismo y el optimismo que tienes en tu vida, lo transmites a tus hijos como maneras de ver la vida.  ¿Verdad que vale la pena educar a tus ojos para que vean lo bueno más a menudo?

Aprende a mirar hacia adentro. El Evangelio de San Lucas nos dice: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no consideras la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. Por lo tanto, a veces nosotros tenemos o hemos cometido errores más grandes que lo que observamos en el otro. No juzgar implica una disciplina: darnos cuenta en qué momento empezamos a juzgar a alguien; para entonces detenernos y mirar hacia nuestro interior, mirarnos a nosotros mismos, ver nuestra historia, los acontecimientos que hemos vivido.

Disciplínate para detener la crítica. Hay una persona que cuando se reúne con sus amigos o familiares y alguien empieza a criticar, es consciente de que el espíritu de crítica es un veneno contagioso y le da un sabor al que uno puede aficionarse muy fácilmente. Entonces la persona no entra en ese juego: detiene o desvía la charla hacia otro tema. Cuando alguien lanza una crítica hacia alguien y luego hace una pausa, esperando que se comente algo, esto indica que es el momento adecuado para desviar la comunicación. ¡Es una muy buena costumbre que todos deberíamos adoptar!

Busca ser un fiel discípulo de Cristo. El Señor dijo: “Por eso conocerán que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros”. Es así de simple: quien ama a sus semejantes, no critica. El evangelista San Lucas nos dice: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca el bien; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca el mal; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Si llenas tu corazón de lo bueno -gratitud, ideas edificantes, sentimientos nobles-, poco a poco encontrarás grandes tesoros en tu corazón para compartir. Cuando nos disciplinamos para ver lo bueno, la vida nos enseña que nunca es bueno precipitarse en emitir juicios o ver lo malo en los que me rodean, recordemos lo que dice el Evangelio: ¿Por qué miras la paja en el ojo ajeno y no ves la viga que llevas en el tuyo? Así sea.

Finalmente, hoy, día de la familia, quiero concluir esta reflexión dominical con las palabras que el Papa Juan Pablo II, en la Encíclica Familiaris Consortio en el número 17, dice al mundo entero: “Familia, sé lo que eres”, invitando a las familias a ser una verdadera comunidad de personas: del hombre con la mujer, amándose el uno al otro como pareja, de los padres con los hijos en una relación filial y parental y entre los hermanos para vivir una relación cordial y fraterna. Convivan con sus familias y valórenlas no solo este día, sino en el diario caminar. Hoy por hoy, es preciso que en todos los niveles se unan los esfuerzos de todos los que creen en la importancia de la familia basada en el matrimonio. Se trata de una realidad humana y divina que es preciso defender y promover como bien fundamental de la sociedad. No nos quedemos atónitos, paralizados o indiferentes ante lo que acontece en la sociedad en torno a las nuevas legislaciones que atañen a la familia. Que Dios ilumine a los legisladores, a los gobernantes y a todas las personas de buena voluntad para que promuevan la defensa efectiva de los derechos de la familia, de la vida, de los niños y de los ancianos que son los nuevos huérfanos de la sociedad moderna. Y no olvidemos que el futuro de la humanidad se fragua en la familia. Así sea.