XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

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“ES MEJOR BUSCAR AMIGOS EN EL CIELO”

Aclaro desde ahora que Lucas, hoy, nos ofrece, no un ejemplo a seguir, sino un caso de la vida real, por cierto, que muy frecuente se da aquí en México. Nos habla de un mal administrador que estaba malgastando el dinero de su dueño, y que al enterarse, decidió correrlo, no sin antes exigirle: “Dame cuenta de tu trabajo, -le dijo- porque en adelante ya no serás administrador.”

Por su parte el Profeta Amos, sobre el mismo tema, hace una dura crítica de los adinerados de su tiempo que buscan solo enriquecerse a costa de arruinar al pobre. En sus negocios –textualmente dice- “Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse,” y un largo etcétera de tranzas que hacen para enriquecerse tramposamente.

Volviendo al tema del mal administrador, Jesús reconoce, sin embargo, la habilidad que tuvo para no terminar pidiendo limosna, sino con amigos que compró malbaratando las mercancías de su dueño para que luego lo recibieran, a la hora de su despido. Y la conclusión a la que quiere llegar Jesús, es el siguiente consejo a sus discípulos: “Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.”

Con el dinero tan lleno de injusticias… Esto nos debe hacer pensar en nuestra cultura totalmente centrada en el dinero, en lo material, sin importar las injusticias que cause. Hoy, buscamos el dinero por el dinero, y para conseguirlo, somos capaces de vender nuestra alma hasta el mismo diablo. No nos importa saber que el dinero no lo es todo y que es muy corto el tiempo que podemos disfrutarlo. Más duramos en acumularlo que en disfrutarlo, cuando ya nos vemos desgastados y enfermos sin que podamos remediarlo. No entendemos que con el dinero sólo se compra lo barato, no los valores que hacen realmente a nuestro espíritu que sienta, piense y ame. Frente a esta barbarie del Capitalismo Liberal hay que humanizar el dinero con el pan de cada día, promoviendo para otros un trabajo justo, bien pagado. Y repartiendo el dinero entre los pobres, cuando abunde, que, de seguro, antes, a ellos se los hemos quitado.

Finalmente, no lo olvidemos el consejo de Jesús: “Gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.” Pero ¿Qué amigos ganar? Y al estar en este santuario, pienso y miro hacia lo alto: Ahí está nuestra mejor Aliada y nuestra mejor Amiga. Ahí está la que siendo la Madre de Dios es también nuestra Madre; a la que todos los días le rezamos: “Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.” Ella es la Puerta del cielo; es el Refugio de los pecadores, el Consuelo de los afligidos, el Auxilio de los cristianos y la Salud de los enfermos. ¿Qué mejor amiga podemos esperar, aquí en la tierra y que nos reciba allá en el cielo?