La música: mi pasión – Impulsos de un joven seminarista

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Por: José Higinio García Gutiérrez – Seminario Menor Atotonilco

¡Qué tal! Espero que se la estén pasando de maravilla, porque este día les quiero compartir mi tema favorito: la música.

Es un tema que de verdad afecta mucho en los sentimientos del ser humano, esto es fácil, cuando estamos enamorados, tristes, felices, viajando, etcétera. Vamos a poner música dependiendo del ambiente en donde se esté viviendo, me refiero a música romántica, instrumental, entre otros.

A más de alguna persona le gusta la música e incluso tocar algún instrumento, pues quiero decirles algo, la música es aquella combinación de ritmos y sonidos, e incluso de silencios que hacen melodía, esa melodía se une con la composición que forma el ritmo; nosotros podemos hacer música en todo momento, cuando aplaudimos, cuando cantamos, cuando zapateamos escuchando alguna canción, en pocas palabras, la música es alma, es vida, es parte de ti.

Estando en el seminario aprendí a tocar dos instrumentos que, hasta la fecha, se han vuelto mis preferidos:

Piano: este instrumento duré alrededor de 3 meses en aprender a tocarlo, de ahí he sacado diversas canciones, y este instrumento, puede quedar con cualquier género musical, les recomiendo aprender a usarlo.

Guitarra: duré alrededor de 4 meses en aprender a tocar, actualmente, este talento lo utilizo para las celebraciones Eucarísticas donde, al mismo tiempo, la utilizo para dar gracias a Dios por este talento que me regaló.

Para mí, la música es lo más importante para la vida, mueve los sentimientos, de tal manera, que te sientas relajado, y te lo pongo fácil, piensa en tu canción favorita… cada vez que sale esa canción o que tú la pones, ¿No te pones a bailar y a cantar? Mueve de verdad tus sentimientos y tu estado de ánimo, en mi caso, mi artista favorito es Joan Sebastian y, por supuesto, que mi canción preferida es de él y lleva por título “Diséñame”, y cada que la escucho me pone a cantarla y a expresar alegría que me provoca.

Dejen que la música los llene de paz y alegría. Me siento motivado a seguir explotando mis talentos de la música para adorar a Dios y, sobre todo, para crear un ambiente haciendo que mis compañeros del seminario se pongan a cantar y a bailar.

Quiero desearles lo mejor para su vida, que Dios los llene de bendiciones, y recuerden lo que bien decía san Agustín: “El que canta, ora dos veces”.