“El sembrador sale a sembrar, preparemos la tierra”

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Por: Seminarista Juan José Muñoz Valle – Seminario Menor de Atotonilco

Hola amigos lectores del  Mensajero Diocesano. Hoy quiero compartir con ustedes algo de lo que he reflexionado referente a la vocación y en esta temporada en que todo mundo está pendiente del campo, se me vino a la mente este ejemplo de, ¿cómo surge una vocación?, o mejor dicho, ¿de dónde?

Al pensar en el llamado o la vocación a la santidad en cualquier tipo de vida, ya sea matrimonial, soltería y más en especial a la vida consagrada, me gusta mucho verla como la alegoría del Evangelio de la parábola del sembrador: “Salió un sembrador a sembrar” (Mc 4,3) ya que es Dios mismo quien tiene la iniciativa y es Él quien “llamó a los que él quiso” (Mc 3, 13); sin embargo, no todo lo hace el sembrador, mucho depende de los demás factores, aunque contamos con la ventaja de tener un sembrador Todopoderoso, que puede acomodar los factores, de este modo podemos vernos a nosotros mismos como esa planta que surge y que está llamada a dar frutos de fe, esperanza y amor, pero como vemos en esta misma parábola, en gran parte el fruto que germinó dependía del terreno donde fue plantada la semilla.

Y viéndolo así, debemos nosotros preparar ese terreno, ararlo, abonarlo y limpiarlo, pero ¿con qué? Con oración, con ambientes de sana amistad y convivencia, con el interés por conocer más a Dios, con la generosidad hacia con los demás; pero no es una labor individual es algo que se hace en colectivo, en familia, en comunidad (escolar, parroquial, vecinal, etcétera), para que de ahí, cuando el sembrador deje la semilla pueda dar un fruto vocacional, un fruto de santidad que es la vocación universal, que es donde todos encontramos la felicidad plena, ya que vivir la santidad es simplemente vivir en la alegría del amor.

Podemos ver en varios casos, como muchas de las vocaciones surgen así: es que en mi casa rezábamos juntos, en mi parroquia había un muy buen sacerdote, conocí a alguien muy entregado a los demás, mi catequista era muy buena, y así nos podríamos ir y no acabar, todo esto es esa “tierra buena que dio fruto” (Mc 4, 8) y a la vez, uno se da cuenta de que la tierra se alegra por sus frutos, es para muchas familias y comunidades una gran alegría y un gran orgullo que de entre ellos salga una vocación, es por esto que les pido, estimados lectores, que sean ustedes buenos trabajadores de la tierra para que esta a su vez dé el fruto plantado por el Sembrador, que es Cristo.

Para finalizar les pido que sigan haciendo mucha oración por las vocaciones, y que se empeñen en vivir la propia que es la que todos tenemos a la santidad, que no es otra cosa que hacer las cosas de todos los días, con amor, es decir, el trabajo, las labores domésticas, el estudio, etcétera, ofreciéndolas a Dios.

Gracias, oren por mí que yo lo haré por ustedes.