Es difícil imaginar la jugada perfecta para ganar una partida de ajedrez. Y más difícil será dar la patada perfecta para meter el gol que decidirá el campeonato de nuestras elecciones presidenciales.
Los mexicanos conscientes y responsables, aún nos preguntamos ¿por quién votar para presidente de México? Hay un desaliento general al concluir que tendremos que votar, no por el mejor candidato, sino, de entre los 3 malos, el más bueno.
Para elegir nuestro candidato no debemos fiarnos tanto de las encuestas que ya, con tanta anticipación, señalan un delantero y un perdedor. Y digo esto porque somos una grande mayoría de mexicanos los que no hayamos por quién votar. La moneda, pues, está en el aire. Nada está ganado hasta que se gana y nada está perdido hasta que se pierde. ¿Quién puede adivinar la voluntad de la mayoría a la hora de votar? Mal haremos, pues, a la hora de votar si seguimos las encuestas.
El no saber por quién votar es señal de que hay democracia en México, libre y muy personal. Sobre todo cuando coincidimos en constatar que podemos y debemos votar. Y es señal muy buena porque queremos votar, ya no basados en un partido, (por cierto, hoy, sin derechas ni izquierdas) sino en el mejor proyecto como lo central. Lo valioso es que hoy, somos conscientes de que debemos elegir sin prejuicios. Nada personal contra los candidatos y todo nuestro interés en la presentación de su proyecto, analizando si es creíble y factible. Pero, sobre todo analizando si dicho proyecto toma muy en cuenta a la mayoría del pueblo en sus necesidades básicas.
En las próximas campañas, tengamos cuidado de los candidatos que sólo buscan halagar nuestros oídos, diciendo todo lo que a nosotros nos gustaría oír. Mejor sería que nos dijeran cuál es su proyecto de nación para saber por quién votar.
