El miércoles de ceniza, es un día muy importante para los cristianos mexicanos, en él vivimos una de nuestras muchas expresiones de fe. Con ello iniciamos la Cuaresma, un tiempo con gran importancia en la vida cristiana, en el cual se ayuna, se ora, surgen los propósitos, se comparte con los más necesitados que nosotros… Es parte de nuestra preparación para la Pascua, que es una fiesta litúrgica con una duración de 50 días. Nos  encontramos a medio camino de la Pascua del 2018, buscando redescubrir la gran importancia de esta fiesta, quiero compartir contigo estimado lector una serie de artículos sobre este tema, partiremos de estas preguntas: ¿qué es la Pascua? ¿dónde y cómo surge? ¿por qué es tan importante para los judíos y para nosotros los cristianos?

Una grande explosión en los orígenes de la Iglesia

Hubo una época en la vida de la Iglesia, en la cual la Pascua era, por así decir, un todo. Se conmemoraba, sin que fuera separada por otras fiestas, se celebraba toda la historia de la salvación, de la creación a la parusía, pero también la Pascua era el lugar de formación de algunos elementos muy esenciales en la vida de la comunidad, por ejemplo la liturgia, la interpretación de la Escritura, la catequesis, la teología etcétera.

En efecto, si examinamos los orígenes de la experiencia cristiana, la Pascua puede parecer una grande explosión que se extiende y que encierra en su centro, el patrimonio teológico-litúrgico de la Iglesia, poco a poco se irá formando en las diversas partes que componen el misterio cristiano, y junto con ello, las diversas partes de este misterio cristiano que forman el año litúrgico.

La Pascua representa uno de los recuerdos más claros del cristianismo con su herencia judía y al mismo tiempo uno de los ejemplos más evidentes que abren camino, (re)elaboraran, (re)fundan el cristianismo.

En fin, la Pascua es también uno de los casos más fructíferos si queremos recurrir a los padres de la Iglesia: la reforma litúrgica de la Pascua y de la Semana Santa introducida por el concilio Vaticano II, ayudó al redescubrimiento y recuperación de la Pascua de la Iglesia antigua, esto porque había vivido un eclipse durante algunos siglos. ¿Pero quiénes son los padres de la Iglesia? Desde la mitad del IV siglo en adelante, indican en particular las grandes personalidades del pasado, especialmente los obispos, que fueron los defensores de la ortodoxia y de la disciplina, particularmente en los primeros concilios de la Iglesia, lo fueron con autoridad y probados en el transmitir y explicar la doctrina cristiana. Decía san Vicente de Lérins (siglo VI): «Son aquellos que vivieron, enseñaron y permanecieron en la fe y en la comunión católica santamente, sabiamente y constantemente y merecieron morir en la fidelidad a Cristo y el dar la vida por él». Los padres vivieron en los primeros siglos del cristianismo, con ellos se vuelve a la fuente, a la raíz, a la memoria de nuestra fe, se regresa al corazón antiguo y siempre nuevo de la Iglesia de hoy. Ellos se presentaron como los testigos privilegiados de la tradición cristiana, los creadores de la teología y los portadores de preciosos valores humanos. Por eso, al conocer los orígenes de la Pascua haremos mención de los padres de la Iglesia.

Pascua cristiana y Pascua judía: Continuidad

La Pascua es una fiesta cristiana que el cristianismo tomó del judaísmo. El judaísmo conmemoraba —según el rito que aparece en el libro del Éxodo capítulo 12— la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. La Pascua judía y la Pascua cristiana tienen una unión de tipo histórica (Jesús murió en ocasión de una Pascua judía), en cuanto que esta fiesta es uno de los eventos, que los cristianos inmediatamente advirtieron como decisivos de su fe. Ellos situaron la pasión muerte y resurrección de Jesús, en el cuadro de la celebración de la «Pascua de los judíos» (como los llama el Evangelio de san Juan). Pero esta primera unión no es suficiente para justificar la importancia de la Pascua en la Iglesia antigua; es muy legítimo que se considere que este acontecimiento histórico, como tal, dejó campo libre a otra dirección que es específica y originariamente cristiana. Se desarrolló de manera rapidísima: el Domingo, el «día del Señor» (Mc 16,2), que es un perno de la «liturgia» semanal de los cristianos en la edad apostólica (Hch 20,7; 1Co 16,2), aparece como un banquete eucarístico con el resucitado (también lo podemos ver en Jn 20,19 y 20,26: «Ocho días después»). Existe una teoría que dice: la Pascua cristiana nace en el contexto de fiesta de la resurrección, en relación con la Pascua que se celebra cada año, lo cual quiere decir, que la Pascua vendría siendo una derivación secundaria del «grande Domingo del año» (o sea, la fiesta de aniversario de la resurrección), pero aunque la unión sea muy estrecha, muchos elementos hacen que se abandone esto y se prefiera la idea de una continuidad entre la Pascua judía y la primitiva Pascua cristiana.

Hay algunos elementos que no nos permiten aceptar esta teoría, entre ellos aparece: el nombre, la fecha y la estructura litúrgico-teológica de la fiesta. 1) El nombre Pascha deriva de la palabra Pesach, que es una forma aramea que aparece en la lengua hebrea; 2) la fecha de la fiesta es movible, aunque se centrará en el domingo, permanecerá unida a la fecha de la Pascua judía (el 14 —es decir, el plenilunio— del mes lunar de Nisán, o sea: entre marzo y abril), caerá el domingo después del plenilunio sucesivo al equinoccio de primavera (o el domingo después de la Pascua judía), por lo tanto entre el 22 y el 25 de abril. Estos elementos fueron muy valorizados por los Padres de la Iglesia: la Pascua es el día de la luz ininterrumpida, en la cual la luna llena, en el equinoccio, entra de continuo a la luz del sol para señalar un día sin atardecer; la Pascua toma el simbolismo del nacer del mundo a una primavera, después viene lo duro del invierno (es decir, el pecado y la muerte) y en dependencia de la asociación que hicieron de la primavera con la creación  —también se le llamó nueva creación.

En cuanto a la estructura litúrgica, la celebración antigua de la Pascua cristiana como única vigilia en la noche del 14 de Nisan, se le llamó Pascua catorceava, debido al número 14; o la noche entre el sábado y el domingo, que se le llamó Pascua dominical. La estructura litúrgica de la Pascua cristiana no se puede explicar con la práctica cristiana, en cambio la noche del 14 de Nisán si se explica con la práctica bíblico-judía en la Pascua como «noche de vigilia para el Señor» (Ex 12,42: «Esta será una noche de vigilia en honor del Señor para todos los israelitas, de generación en generación»). En esta noche el libro del Éxodo 12, 42 hace celebrar la secuencia de cuatro eventos fundamentales: la noche de la creación, del sacrificio de Isaac, aquella de la liberación de Egipto y aquella del futuro evento mesiánico.

Tenemos el testimonio de una de las homilías pascuales cristianas más antiguas, la cual nos muestra la estructura histórico-salvífica que mantiene un carácter muy dinámico de la salvación del Éxodo, se funda en el paso de una situación de perdición a una de salvación. Nos estamos referiendo a una homilía de Melitón obispo de Sardes (siglo II), él aplicó a Cristo un pasaje del haggadah  pascual judío referido a Yahvé, citamos este haggadah y con ello cerramos la primera parte de nuestro artículo:

«Él es aquel que nos ha hecho pasar de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de la tiranía al reino eterno… Él es la Pascua de nuestra salvación» (Melitón de Sardes, Sobre la Pascua 68-69).

La próxima semana comenzaremos a presentar los textos pascuales más antiguos de la Iglesia, entre ellos la Homilía pascual de Melitón de Sardes (siglo II).

Explicación de algunas palabras:

Concilio.- Reunión de obispos y de otros eclesiásticos de la Iglesia católica.

Equinoccio.- Época en que por hallarse el sol en Ecuador, los días y las noches son iguales en toda la Tierra. Esto ocurre cada año del 20 al 21 de marzo y del 22 al 23 de septiembre.

Plenilunio.- Luna llena.

Nisán.- Mes judío.

Haggadah.- Es una palabra hebrea que significa contar o anunciar. Representa el estudio continuo de un texto en el que se encuentra el secreto de los propios orígenes, y que por eso tiene que continuar acompañando a la vida del pueblo.