Tradicional Bajada de Nuestro Padre Jesús

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Por: Carlos Daniel Marmolejo

Con alegría, la ciudad de Lagos de Moreno salió a las calles para acompañar a la imagen de Jesús que carga con la cruz, el Señor del Calvario, llamado con gran estima y familiaridad por muchas generaciones como Nuestro Padre Jesús. Vistiendo su característica túnica morada, este año decorado con estampas de lugares emblemáticos de la ciudad, y ceñido de su cíngulo dorado, avanzando al vaivén de las andas, decorado con flores, salió de su santuario, la parroquia del Calvario, rumbo a la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en el centro de la ciudad.

En punto de las 17:00 horas comenzó a avanzar el contingente de la romería, compuesto por cinco bloques y formado por diversos grupos: alumnos de escuelas públicas y privadas, bandas de guerra, ballets folclóricos, danzas tradicionales, mariachis, bandas de viento, grupos parroquiales, cofradías, ambulancias, carros alegóricos, seminaristas originarios de la ciudad, sacerdotes, religiosos, etcétera.

La así llamada “Bajada” abre la puerta al recorrido que la imagen realiza a lo largo de todas las parroquias del decanato. Esta imagen visita cada templo de la ciudad, así como los barrios y lugares de devoción, incluso algunos hospitales. Cada día lleva consigo una fuerte presencia de devotos que tienen como apostolado, o como manda, ir detrás del Maestro.

Muchos gestos de piedad hacen de esta expresión de fe algo singular. Muchos buscan poner ante la imagen a los enfermos, tocar su túnica y con ella santiguarse, darle ofrendas de pétalos de flores, confeti, globos, pintar las calles o elaborar tapetes de aserrín o flores, hacer arcos triunfales a lo largo de la calle, decorar las puertas, lanzar cohetes al aire, etcétera, con tal de expresar el cariño por tan bella imagen que funge como patrona de la ciudad.

Miles y miles de personas pregonan, de algún modo, su fe sencilla y al grito de “Viva nuestro Padre Jesús”, buscan que también sus súplicas sean escuchadas. De manera especial se pide el don de la lluvia y la paz, tan necesaria en el contexto actual de la ciudad.

Este tiempo de gracia llama al fervor y a la esperanza, al seguimiento gozoso del Evangelio, a pregonar la fe de forma pública por las calles.

Será hasta el mes julio que la imagen termine su recorrido y vuelva presidir desde su santuario, situado en lo alto de la ciudad, los hogares de las familias laguenses.