¡Siempre con Dios, siempre en su amor! – Impulsos de un Joven Seminarista

0
1521

Por: Juan Diego Vázquez Valle – Seminario Menor de Atotonilco

¡Qué tal querido amigo lector de este medio de evangelización!, hoy quiero plantearte esta pregunta: ¿Tienes, anhelas, buscas el amor de Dios en tu vida? Y es importante repensar nuestra amistad con Dios, volver siempre al primer momento en que sentimos la llamada a su amor, estar atentos a lo que nos incita su amistad y vivir con la alegría de su evangelio porque “Él nos amó primero”.

El Santo Padre, el papa Francisco, nos recuerda que, “Dios es el primero en amarnos” y claro que su muestra está presente en la creación, en darnos vida y estar siempre para nosotros, procurarnos y llamar nuestra atención con lo que nos rodea, el mismo Santo Padre recalcaba que “El amor de Dios es como un mar sin fondo”, donde nunca podremos comprender su amor, porque su amor es más grande que nuestras capacidades, sin embargo, si podemos experimentar su amor, su gracia, su misericordia, como muestra de que Él está para nosotros.

Cuando alguien está enamorado, se siente atraído por la otra persona, siente que es importante para esa otra persona y se siente pleno, porque se siente querido y amado. Pero cuando una persona ama a otra persona, es muy distinto a estar enamorado, el amor hace que te entregues totalmente e incluso dar la vida por esa persona, esa es la muestra más grande de amor, Jesucristo que entrego su vida por ti y por mí, Jesús, teniéndolo todo, se hizo hombre para amarnos.

Erich Fromm en su libro: “El arte de amar”, habla sobre el amor inmaduro y el amor maduro, dice que el amor inmaduro es: “te amo, porque te necesito”, en cambio el amor maduro dice: “te necesito, porque te amo”, nuestro amor puede caber en estas expresiones, pero el amor de Dios sobrepasa estas afirmaciones sobre el amor, así es de que su amor, es impredecible, porque no tenemos ni la menor idea de a dónde llega su amor.

Esto es solo un poco sobre el amor de Dios, podríamos escribir libros y libros de experiencias en donde Dios muestra su amor para con la humanidad, sin excepciones, todos formamos parte de esa gran familia de los hijos de Dios, en donde estamos llamados al amor, o como el mismo Anacleto González Flores decía: “El hombre es un ser para el amor”, lo cual nos anima a vivir en comunidad con todos los seres, especialmente con Dios, poniendo como primicia lo que nos propone Martin Buber: “Tratando al tú como se lo merece: como una persona, al yo como a mi propia persona, al ello como se lo merece: como una cosa, y al TÚ (con mayúscula) que es tratar con el mismo “Dios”, así es como podremos repartir el amor que mora en nosotros, practicando el mandamiento del amor, que es legado de Dios mismo y poder llegar a tentar el amor de Dios.