Hay leyes dañinas que, en nuestros tiempos, serán aprobadas por los legisladores, llevados por las Ideologías que están de moda, hoy. Y no es que, por ejemplo, el aborto interrumpido deje de ser un homicidio contra quien tiene más derecho de vivir. Y no es que deje de ser el aborto un crimen de lesa humanidad y un gravísimo pecado para el creyente. Tampoco es que deje de ser un grave daño colateral para la madre que lo practica. Y, ¿quién tiene la culpa? Parecería que toda la responsabilidad la tiene quien decide abortar, como si la ley no fuera su principal tentación, y ocasión de caída.

La ley, en este caso, desorienta cuando se anuncia como “Ley del aborto,” como si fuera un mandato, como si fuera todo permitido. Desorienta porque a nadie se le ocurre que se den, con toda autoridad, leyes nacionales que puedan ser malas. Nadie se pone a pensar que lo que es permitido por la ley también sea prohibido por la ética universal. No es ética la ética que se decide por votos, como sucede con las leyes.

“Despenalizar el aborto” significa no castigar a quien lo practica. Significa que nuestro gobierno no castigará el homicidio de los no nacidos, como si el respeto a la vida humana empezara hasta cuando se nace.

Y, si nos preguntamos el “por qué” de esta ley, la respuesta real, que no se dice, va en favor de una tasa de menor natalidad.

Si nuestro gobierno tuviera realmente un verdadero interés en pro de la mujer, invertiría mucho más en la educación de la mujer para ser madre responsable de sus actos que no causen daños a sí misma, ni a otros. Le ayudaría, y no le estorbaría a los padres de familia para educar a sus hijos en los “valores”, especialmente en el amor, donde la sexualidad cobra su pleno y verdadero sentido.

Hay otras leyes, como esta, que están por ser aprobadas, y que promueven aberraciones o despenalizaciones: como la identidad de género a la voluntad de cada persona; como el matrimonio entre personas del mismo sexo; como el consumo lúdico de la mariguana y como la despenalización del aborto.  Se les olvida en todas estas leyes que: LA ÉTICA NO ES DEL CÉSAR SINO DE DIOS.

¿En la educación mexicana institucional está prohibido educar en los valores? La omisión de los mismos en las aulas públicas parecen confirmarlo.