1. El origen del nombre

La Solemnidad de todos los Santos es el 1 de noviembre y en la Iglesia se empieza a celebrar desde la noche anterior. Por ello la noche del 31 de octubre, en el inglés antiguo, era llamada “All hallow’s eve” (víspera de to­dos los santos). Más adelante esta palabra se abrevió a “Halloween”.

  1. Las raíces celtas de la celebración

Ya en el siglo VI A.C. los celtas del norte de Europa celebraban el fin de año con la fies­ta de “Samhein” (o La Samon), festividad del sol que se iniciaba la noche del 31 de octubre y que marcaba el fin del verano y de las co­sechas. Al respecto, ellos creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a los di­funtos retornar a la tierra, fomentando un am­biente de terror.

Según la religión celta, las almas de algu­nos difuntos se encontraban dentro de anima­les feroces y podían ser liberadas con sacri­ficios de toda índole a los dioses sacrificios, incluyendo sacrificios humanos. Una forma de evitar la maldad de los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos era disfrazándo­se para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibido ante sus miradas.

  1. Su mezcla con el cristianismo

Cuando los pueblos celtas fueron cristiani­zados, no todos renunciaron a sus costumbres paganas. Asimismo, la coincidencia cronoló­gica de la fiesta pagana del “Samhein” con la celebración de todos los santos y la de los di­funtos, al día siguiente (2 de noviembre), hizo que las creencias cristianas se mezclaran con las antiguas supersticiones de la muerte.

Con la llegada de algunos irlandeses a Estados Unidos, se introdujo el Halloween, que llegó a ser parte del folklore popular del país norteamericano. Luego, incluyéndose los aportes culturales de otros migrantes, se in­trodujo la creencia de las brujas, fantasmas, duendes, drácula y diversos monstruos. Más adelante esta celebración pagana se propagó a todo el mundo.

  1. Es una fiesta importante dentro del sata­nismo

Según el testimonio de algunas personas que practicaron el satanismo y luego se convirtieron al cristianismo, Halloween es la más importante fiesta para los cultos demoníacos porque se ini­cia el nuevo año satánico y es como una espe­cie de “cumpleaños del diablo”. Es en esta fecha que los grupos satánicos sacrifican a jóvenes y especialmente a niños porque son los preferi­dos de Dios.

  1. El origen de la pregunta, “¿Truco o Dul­ce?”

En Halloween los niños y no tan niños se sue­len disfrazar de seres horribles y temerarios y van de casa en casa exigiendo “trick or treat” (truco o dulce). La creencia es que si no se les da algu­na golosina, los visitantes harán una maldad al residente del lugar. Hay quienes consideran que los inicios de esta costumbre están en la perse­cución que se hacía a los católicos en Inglaterra, donde sus casas eran presa de amenazas.

  1. El origen de la calabaza con forma de rostro

Existe una antigua leyenda irlandesa, en la que se cuenta de un hombre llamado Jack que había sido tan malo en vida que supuestamente no podía ni entrar al infierno por los demasiados trucos que le había jugado al demonio. Es así que tuvo que permanecer en la tierra vagando por los caminos con una linterna, hecha de un vegetal vacío con un carbón encendido.

La gente supersticiosa para ahuyentar a Jack ponía una linterna similar en la ventana o al fren­te de su casa. Más adelante, cuando esto se po­pularizó, el vegetal para hacer la linterna pasó a ser una calabaza con agujeros en forma del ros­tro de una calavera o bruja.

  1. El gran negocio de la celebración

Hollywood ha contribuido con la expan­sión celebrativa del Halloween a través de sus numerosas películas en las que la vio­lencia gráfica y asesinatos crean en el es­pectador un estado morboso de ansiedad y angustia, provocando muchas veces una idea errónea de la realidad.

Asimismo, las máscaras, disfraces, dul­ces, maquillaje y demás artículos son moti­vo para que algunos empresarios fomenten el “consumo del terror” y saquen su prove­cho económico de esta “moda” norteame­ricana.

  1. Hay disfraces que pueden evocar el catolicismo

Según el Padre Jordi Rivero, gran apolo­geta, celebrar una fiesta con disfraces no es intrínsecamente malo, siempre y cuando se cuide que el disfraz no vaya en contra del pudor, del respeto por lo sagrado y de la moral en general.

Es por ello que en los últimos años ha ido en aumento la celebración alterna­tiva del “Holywins” (la santidad vence), que consiste en disfrazarse del Santo o Santa favorito y participar la noche del 31 de octubre en diversas actividades de la parroquia, como Misas, vigilias, grupos de oración por las calles, adora­ción eucarística, canto, música y baile en “clave cristiana”.