En días pasados, 29, 30 y 31 de octubre, los obispos y algunos empresarios de la provincia Eclesiástica de Guadalajara, acompañados por algunos sacerdotes, tuvimos un encuentro en mesa de diálogo para reflexionar sobre situaciones y desafíos que nos presenta este mundo cambiante, desafiante.

Todos coincidíamos en que nos hemos vuelto ciudadanos pasivos y poco participativos en organismos llamados intermedios entre gobierno y sociedad, y lo poco comprometidos representan a una minoría que, aunque sintiéndonos conocedores de la realidad, capaces de analizarla, de discernirla y tomar opciones, sigue siendo muy escaso el número de los integrados en grupos asociados e instituidos que se ocupen en pro de la sociedad defendiendo la verdad, la justicia y la libertad como valores fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) en pro de alcanzar el tan pretendido bien común.

En nuestro querido México como país, o los “muchos Méxicos”, como afirman algunos sociólogos y politólogos dentro de un mismo territorio, se asoman muchas preocupaciones y muy pocas ocupaciones en resolver los planteamientos o situaciones que se nos presentan. Somos un país distinguido por la escaza participación ciudadana en apremiarnos por el bien de la misma comunidad o pequeña sociedad en la que vivimos a diferencia, por ejemplo, con Francia en que los ciudadanos a partir de su edad juvenil y hasta la madurez ciudadana, el promedio de participación en asuntos ciudadanos es en seis o siete agrupaciones buscando un bien común o defendiendo una causa, que bien socializada y defendida, derrame beneficios a la colectividad. Los muchos comentarios sobran, nos faltan más los serios y creíbles análisis de estructuras y coyunturas sociopolíticas desde diferentes disciplinas y que, además de que nos trazamos ideales, nos cuesta aterrizar en los comos para ser efectivamente un reconocido país participativo.

Por diferentes razones históricas y antropológicas somos un país de “jodidos pero contentos “, eso sí nos admiran los extranjeros, le damos salida chusca y gozosa a nuestras impotencias y frustraciones. Ya es tiempo de madurar como ciudadanos, de aprender a asociarnos y plantearnos situaciones de nuestra propia comunidad a la que pertenecemos o a los diferentes grupos con quienes compartimos vida y trabajo, ir aprendiendo a pedir y exigir información veraz para ver nuestra realidad, pensarla a partir de normas y valores bien definidos y establecidos en la mente y en el corazón de los miembros de nuestra respectiva comunidad y aprender a tomar decisiones colectivas en vistas al BIEN COMÚN.

No todo es oscuridad, hay ejemplos de búsqueda participativa. Nuestros obispos como pastores no dejan de enseñarnos a caminar son sentido de solidaridad cristiana partiendo de principios bien definidos a la luz del Evangelio de Jesucristo y del Magisterio Eclesiástico, reflexionados participativamente y puestos en práctica solidariamente. Otro ejemplo nos lo da la Unión Social de Empresarios de México (USEM) que se reúnen periódicamente para buscar caminos de progreso y auténtico desarrollo humano (no solo crecimiento material), a la luz de la DSI y de la Ética, y hacer de su empresa un ambiente y espacio donde cada persona, sea cual sea su credo y su función dentro de la empresa, se sienta realizada como persona y dignificada en su trabajo (“Empresas ricas y colaboradores dignos”, filosofía de COPARMEX). Y así podríamos pensar en organismos de cada comunidad en lo deportivo y cultural, en el mundo del trabajo y las empresas, en las diferentes disciplinas de los profesionistas, etc. que sean representativos, participativos y debidamente articulados que puedan ser interlocutores ante la sociedad civil y sus autoridades legítimas.

“TODO BUEN CRISTIANO HA DE SER UN BUEN CIUDADANO” (Benedicto XVI, Papa emérito en su visita a México). Te­nemos deberes para con Dios y también para con el prójimo como individuo y como sociedad civil. En comunión y con participación damos pasos hacia el BIEN COMÚN (no el de las mayorías o minorías que pretenden imponerse, sino el de to­das y cada una de las personas).

…Los invito a reflexionar.