Es una realidad que la familia actual, en todo el mundo, es víctima de un proceso de desestructuración, de desintegración. ¿Cuáles son algunos males que muestran esta desintegración? Mencionemos el divorcio, la promoción del matrimonio de parejas homosexuales, el aborto, las intromisiones del gobierno en la educación de los hijos, la independencia laboral y económica de la mujer que en muchos casos conduce al descuido de los hijos, el alejamiento de la práctica religiosa, muchos jóvenes prefieren solamente juntarse y procrear hijos, a veces sin ningún sustento legal, menos sacramental…

En este contexto desestabilizador es urgente presentar la belleza del plan de Dios sobre la familia: como un proyecto de vida, que trae consigo la realización de los ideales humanos y cristianos.

Podríamos preguntarnos si quienes contraen matrimonio están realmente preparados para formar una familia que resista a este proyecto desestabilizador que presenta el mundo, contrario al plan de Dios, y vivir realmente el sueño divino sobre el matrimonio y la familia. La preparación al sacramento del Matrimonio constituye una gran necesidad pastoral, un kairós, es decir, un tiempo en el que Dios interpela a los novios y les lleva al discernimiento sobre la vocación al amor y a la santidad matrimonial y familiar.

La presentación y la vivencia del proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia en medio del mundo actual no es una tarea fácil. De aquí que la preparación al matrimonio debería ser algo consistente, durable, que, inclusive, se les pudiera ofrecer a los novios un acompañamiento humano y espiritual posterior al sacramento, por lo menos el primer año. El Papa Francisco habló sobre la necesidad de un ¡verdadero catecumenado! para aquellos que se preparan al matrimonio.

¿Por qué el Papa habla de la necesidad de un catecumenado para los novios próximos a casarse? Sin duda porque ha sabido muy bien interpretar los signos de los tiempos (cf. Lc 12,54-59) por los que están pasando la mayoría de las familias en todo el mundo.

«La llamada a la vida conyugal exige un cuidadoso discernimiento sobre la calidad de la relación y un tiempo de noviazgo para verificarla. Para acceder al sacramento del matrimonio, los novios deben madurar la certeza de que en su vínculo esté la mano de Dios, que los precede y los acompaña, que les permitirá decir: Con la gracia de Cristo, prometo serte siempre fiel». La razón por la que el Papa Francisco plantea la necesidad de prepararse al matrimonio con un catecumenado es la siguiente: «porque (en el matrimonio) se juega toda la vida en el amor, y con el amor no se juega». Añadió: «No se puede decir “preparación al matrimonio” a tres o cuatro conferencias dictadas en la parroquia» (cf. Papa Francisco, audiencia general del día 24/10/2018, en Vatican Insider, lastampa.it).

Sobre este punto es oportuno preguntarnos: ¿Por qué en algunos lugares no se les ofrece a los novios próximos a casarse el servicio pastoral de una catequesis formal, seria y permanente? Creo que debemos dejar de ver las ‘pláticas’ prematrimoniales como un requisito para casarse, y ver, más bien, el momento privilegiado -el kairós- para provocar el discernimiento en los jóvenes que pretenden formar una familia, para que ésta sea según el proyecto de Dios.

Sin embargo, podemos constatar con alegría que en muchas parroquias de nuestra Diócesis se les ofrece a los novios un ciclo de once o doce temas, uno semanalmente, como una ayuda más fuerte para que vivan su próximo matrimonio según el sueño de Dios. Aún así, la pregunta permanece: ¿Bastarán estas acciones pastorales para hacer frente a la situación tan grave por la que está pasando la familia en la actualidad?