En esta cuarta y última parte, de la serie de artículos titulada “Para empresarios y para no empresarios”, quiero concluir, aunque hay varios temas y subtemas pendientes a tratar, con el convencimiento personal y de muchas empresas –operadores y dirigentes—de que es necesario tener un código de ética –valores humanos plasmados en modales– que ayude a equilibrar el trato más humano y más digno entre todo el personal, sea cual sea el nivel, espacio o ambiente donde cada persona pone sus talentos, capacidades y dones que Dios le da, y nos da a cada quien, y nos sentimos realizados como personas.

En cualquier empresa que produce o industrializa y provee de insumos materiales para consumo, o servicios que demanda la sociedad, incluyendo los religiosos y evangelizadores, todos nos necesitamos y estamos llamados a crear espacios y ambientes que nos ayuden a dignificar nuestro ser como personas.

Hay muchas empresas que tienen bien definido su código de valores expresado en principios a seguir y lo exhiben por escrito, como carta de presentación de la empresa, a la llegada de cualquier visitante; otros se encuentran en la definición de Visión y Misión de la empresa, aunque no aparezcan tan explícitos. En esta ocasión transcribo el ideario de una persona, a quien no tuve la dicha de conocer personalmente, pero me consta que vivió predicando con el ejemplo, basándose en sus convicciones y en un gran compromiso con sus ideales. Sus acciones trascendieron y generaron valor para la sociedad mediante la creación de empresas e instituciones perdurables, como FEMSA y el Tecnológico de Monterrey entre otras. Hoy sigue siendo un gran inspirador para muchas empresas; al mismo tiempo le hago un reconocimiento, pues tuve la dicha de haber conocido y tratado a Ricardo Margain Zozaya (ambos RIP) y más personas que tuvieron trato con Don Eugenio.

“Su filosofía de vida quedó plasmada en una frase: “El respeto a la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica”. Su sencillez, calidad humana, congruencia, coraje y valores, son un ejemplo de vida que sigue vigente en el pensamiento y sentir de todos los que colaboran en FEMSA” (Tomado del periódico AM León, Guanajuato, editado el lunes 19 de septiembre de 2016).

Transcribo, tal cual, dicho IDEARIO CUAUHTÉMOC, aunque con el formato, de acuerdo a la prensa que edita este artículo:

I. RECONOCER EL MÉRITO DE LOS DEMÁS

Por la parte que hayan tomado en el éxito de la Empresa y señalarlo de manera espontánea, pronta y pública. Usurpar ese crédito, atribuirse a sí mismo méritos

que corresponden a quienes trabajan a las órdenes propias, sería un acto innoble, segaría una fuente de afecto e incapacitaría para comportarse como corresponde a un ejecutivo.

II CONTROLAR EL TEMPERAMENTO

Debe tenerse capacidad para dirimir pacífica y razonablemente cualquier problema o situación, por irritantes que sean las provocaciones que haya que tolerar. Quien sea incapaz de dominar sus propios impulsos y expresiones, no puede actuar como director de una empresa. El verdadero ejecutivo abdica al derecho a la ira.

III NUNCA HACER BURLA

De nadie ni de nada. Evitar las bromas hirientes o de doble sentido. Tener en cuenta que la herida que asesta un sarcasmo, nunca cicatriza.

IV SER CORTÉS

No protocolario, pero sí atento a que los demás encuentren gratos los momentos de la propia compañía.

V SER TOLERANTE

De las diversidades que puedan encontrarse en la raza, color, modales, educación o idiosincrasia de los demás

VI SER PUNTUAL

Quien no puede guardar sus citas, muy pronto se constituirá en un estorbo.

VII SI UNO ES VANIDOSO, HAY QUE OCULTARTLO

Como el secreto más íntimo. Un ejecutivo no puede exhibir arrogancia ni autocomplacencia. Cuántas veces los fracasos de hombres bien conocidos confirman el adagio de “el orgullo antecede a la caída”. Cuando uno empiece a decir de otros empleados son torpes, o que los clientes son mezquinos o

necios, habrá empezado a meterse en embrollos.

VIII NO ALTERAR LA VERDAD

Lo que no afirme, debe hacerlo reflexionando; y lo que prometa, debe cumplirlo. Las verdades a medias pueden ocultar errores, pero por poco tiempo. La mentira opera como un bumerang.

IX DEJAR QUE LOS DEMÁS SE EXPLAYEN

Especialmente los colaboradores, hasta que lleguen al verdadero fondo del problema, aunque tenga que encachárseles con paciencia durante una hora. Haría uno un pobre papel como director, si dominara una conversación en vez de limitarse a encauzarla.

X EXPRESARSE CONCISAMENTE

Con claridad y completamente,

sobre todo al dar instrucciones, nunca estorba un buen diccionario a mano.

XI DEPURAR EL VOCABULARIO

Eliminar las interjecciones. Las voces vulgares y los giros familiares debilitan la expresión y crean malentendidos. Para demoler verbalmente a sus enemigos, los grandes parlamentarios nunca emplearon una sola expresión vulgar.

XII ASEGÚRESE DE DISFRUTAR EL TRABAJO

Es muy legítimo tener pasatiempos predilectos e intereses en otras cosas, pero si se estima como un sacrificio venir al trabajo, entonces lo que se necesita es un descanso o alguna compañía en donde trabajar.

XIII RECONOCER EL ENORME VALOR DEL TRABAJADOR MANUAL

Cuya productividad hace posible la posición directiva y afirma el futuro de ambos.

XIV PENSAR EN EL INTERÉS DEL NEGOCIO MÁS QUE EN EL PROPIO

Es buena táctica. La fidelidad a la empresa promueve el propio beneficio.

Lo invito a reflexionar para saber actuar.

XV ANÁLISIS POR ENCIMA DE LA INSPIRACIÓN O DE LA INTUICIÓN

Este debe ser el antecedente para actuar.

XVI LA DEDICACIÓN AL TRABAJO

Beneficia al individuo, a la empresa y a la sociedad entera. En esto se asemeja a un sacerdocio.

XVII SER MODESTO

Si no se comprende que nada tiene que ver con el valor de la persona –el tamaño del automóvil o de la casa, o el número de amigos y de los clubes a que se pertenece, los lujos y el rótulo de la puerta del despacho—y si estas cosas significan para uno más que la tarea bien y calladamente cumplida y los conocimientos y el refinamiento espiritual para adquirirlos, entonces se precisa un cambio de actitud o de trabajo.

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Espero que más empresas tengan presente su ideario explícito, y a la vista, o sus valores humanos, y cristianos ¿por qué no?, y vayamos creando una cultura del trabajo que dignifique a cada persona miembro de alguna empresa. Espero que el liderazgo de las empresas y de los grupos empresariales aporten a la sociedad y a la nueva generación de empresarios pautas a seguir. Todos nos beneficiamos.

No hay empresa que haga bien las cosas y pueda mejorar,

así como no hay empresa que haga mal las cosas y pueda empeorar.

Lo invito a reflexionar para saber actuar.