Hemos vivido la celebración de la Candelaria 2019, en un contexto de nuevo gobierno federal, estatal en varias entidades, y en todos los municipios del país; en un ambiente de clima frío, con lluvias, calores no previstos, desabasto de gasolina, etcétera, con todo ello y otras circunstancias, parece que rompió récord el número de peregrinos en la “Caravana de la Fe”, con diferentes agrupaciones y variados días de peregrinar.

Este acontecimiento nos mueve a profundizar más en la fenomenología de la piedad popular, en lo referido especialmente a su relación con el Santuario-Basílica de San Juan de los Lagos, como podemos afirmarlo de otros santuarios en nuestro país, aunque los números sean tan variados en esta fecha y en otras, dependiendo de las costumbres y tradiciones.

Nos hemos vuelto contemplativos del comportamiento ejemplar de cientos de miles de peregrinos (que estuvieron llegando desde diferentes lugares de origen a este Santuario-Basílica). Nos edifica su fervor, su cariño, aprecio y acercamiento a la Madre de Jesucristo nuestro Señor, nuestra Señora de San Juan de los Lagos, “La Sanjuanita”, “La roba-corazones”, “La Chaparrita”.

  Al margen de la evaluación que resulte de las autoridades competentes, en este acontecimiento de la Candelaria, vale la pena publicar una apreciación muy significativa, a modo de convicciones, que presentó por escrito nuestro Obispo emérito, Felipe Salazar Villagrana, cuando entregó (2016) la presidencia de la Dimensión de Pastoral de Santuarios y Piedad Popular (DIPASAN y PP), de la Comisión de la Conferencia Episcopal Mexicana para la Liturgia, de la cual dicha dimensión es parte.

Me parece que esta apreciación, o convicciones como así las llamó Monseñor Salazar Villagrana, es valedera no solo para esta ocasión y para este Santuario en  San Juan de los Lagos, sino para toda la vida de la Iglesia en el dinamismo de la piedad popular y en los diferentes santuarios y vida de las parroquias.

Agradezco de antemano este aporte que hizo don Felipe y los que con él colaboramos durante su período en la presidencia de la DIPASAN y PP.

Podríamos considerar que etas convicciones son parte del testamento espiritual que nos lega nuestro padre Obispo Felipe.

1. La piedad popular es un don de Dios para nuestro pueblo y para nuestras diócesis, una expresión de pueblo evangelizado y un recurso para evangelizar.

2. Los santuarios son ambiente y espacio propicio para expresar dicha piedad popular.

3. La piedad popular se da, permítanme la expresión, “con nosotros, sin nosotros y a pesar de nosotros”. Bien lo puedo afirmar por nosotros los obispos y por sacerdotes y colaboradores agentes de pastoral. Por tanto es un fenómeno religioso que requiere nuestra atención.

4. La piedad popular es dinámica y creativa; y es también una tarea, es una responsabilidad.

5. La piedad popular, que tiene como autor a Dios, un soplo de su Espíritu, no siempre la entendemos por las intervenciones humanas en las diferentes culturas.

6. La piedad popular es una forma de la inculturación del Evangelio, aún con los riesgos que implica, por ejemplo, sincretismos, desvíos y expresiones de culto que hasta llegan a ser antievangélicas.

7. Es necesario “purificar la piedad popular”. Me pregunto: ¿Cómo purificar lo que no conocemos o no entendemos? ¿Cómo amar lo que no conocemos? ¿Cómo evangelizar lo que no conocemos o desconocemos como “semillas del Verbo”?

8. Nuestras liturgias, especialmente en los Santuarios, parecen seguir siendo paralelas, unas dentro y otras fuera de los recintos sagrados (dentro del templo y en los atrios), sin embargo, ya veo señales más claras de acercamiento mutuo en los diferentes niveles de Iglesia.

9. Aprendí a ver la piedad popular siempre en relación con las tareas fundamentales de la Evangelización y su implicación con cada una de ellas. Las tareas fundamentales, que así conocemos, fueron tema de las reuniones de “Santuarieros” -como así se les mencionaba a los rectores de santuarios-.

10. La Pastoral de Santuarios y piedad popular solo se puede dar debidamente si trabajamos con sentido de Iglesia, en comunión y participación; si es asumida dentro de la pastoral de conjunto, es decir, no es asunto sólo de quienes colaboran en los santuarios y/o como coordinadores diocesanos y animadores de la piedad popular.

11. “No podemos darnos el lujo de desatender o acabar la pastoral de la piedad popular y los Santuarios”, como lo escuché de varios sacerdotes europeos, en Santiago de Compostela (2010). La Piedad Popular es el “Alma de nuestros pueblos en América”, es “El tesoro de la Iglesia en América” (S.S. Benedicto XVI) y es un gran recurso para la Nueva Evangelización (S.S. Benedicto XVI Y S.S. el Papa Francisco).

Le agradezco a Dios Nuestro Señor, a la Comisión de Liturgia, con sus Dimensiones y a los “Santuarieros”, aún a los eventuales, en cuanto a la pastoral de Santuarios y piedad popular. Esperamos haber dado algunos avances en un camino todavía largo por recorrer.

A. M. D. G.  Mque.L.

+Felipe Salazar Villagrana

Obispo emérito de la Diócesis de San Juan de los Lagos