Los Alteños marcamos las cuatro estaciones del año como tiempo: de frío y de calor, y tiempo de lluvias y de secas. Ahora, pues, estamos en el tiempo de lluvias. Y es tiempo de lluvias que agradecemos a Dios por ser sólo un regalo suyo. El agua reconocemos que los humanos la podemos medir, prevenir, anunciar y hasta paliar sus efectos cuando llueve en exceso, pero que es evidente que está siempre en las manos de Dios, quien nos da el agua y la reparte por toda la tierra.
Pero, hoy, nuestros Gobiernos han politizado el agua y no son buenos administradores. Pareciera que todo lo que tocan se corrompe. Antes, cada uno, como familias y comunidades se allegaban a los ríos para tenerla fácil y limpia. Si faltaba, cada uno tenía su pozo y si ocupaban más hacían sus presas.
Hoy, los ríos y arroyos se volvieron grandes drenajes de aguas negras, veneno puro. Hoy, se inventaron enormes presas y pozos profundos pero han quedado en manos del gobierno, para bien o para mal, y han quedado con intereses públicos y privados, en secreto. Por eso pareciera no ser un bien común, ni ser del pueblo. Más bien es un negocio del gobierno con serios conflictos de intereses en su justa repartición.
Concretamente el agua alteña de la presa del Zapotillo, nada claro está para quién será prioridad si Guadalajara, León o los Altos. Como están las cosas, pareciera que ha de llorar el niño para que le den agua.
¿Realmente, a los Altos, siendo su legítimo dueño, nos “darán agua con el dedo”?
