La cuaresma es un tiempo de preparación, de purificación, de reflexión y conversión espiritual.
El Miércoles de Ceniza se caracteriza por la imposición de ceniza en la frente, marcando una cruz. (Este año debido a la contingencia que estamos atravesando con el virus del COVID- 19 se ha comunicado al pueblo de Dios el protocolo a seguir en la celebración del Miércoles de Ceniza:
- El presbítero bendecirá la ceniza como lo indica el Misal Romano.
- Dirá una sola vez para todos los presentes: «Conviértanse y crean en el Evangelio» o bien, «Recuerden que son polvo y polvo volverán».
- Luego, acercándose a los fieles, salvando la debida distancia, dejará caer la ceniza sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada.)
Así que, por lo anterior este año no se colocara una cruz en la frente, sino que se depositara un poco de ceniza sobre la cabeza. Y por si te lo preguntabas, este hecho no perderá su significado.
Recibir la Ceniza no debe quedar en un mero símbolo exterior, pues estamos llamados a ver el significado interior, un símbolo de arrepentimiento por los pecados cometidos, al mismo tiempo que recuerda al cristiano su origen y su fin, que somos polvo y en polvo nos hemos de convertir. “Dios formó al hombre con polvo de la tierra” (Gn 2,7); “hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho” (Gn 3,19).
