COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO EL CLIMA PENITENCIAL DE LA CUARESMA

0
41
Redacción:Víctor Corcoba Herrero Fotografía: Especiales

EL CLIMA PENITENCIAL DE LA

CUARESMA

(El Poder Celestial tiene apetito de nuestra fe y nuestro corazón es su casa. Cultivemos la pasión por el amor de amar amor, sin reserva alguna. Bebamos del Altísimo, observémosle y sigámosle con los distintivos pasos de nuestro poso viviente. Entonces comprenderemos el valor del sufrimiento, entregándonos a nosotros mismos, sin reservas, al Ser Supremo y al prójimo. Será un modo de purificar el santuario de nuestra propia identidad, activando el culto a la mística fervorosa y abandonando el mercado prosaico).

I.- NOS ASISTE A QUE PERSISTA;

EL TEMPLO DIVINO DEL CUERPO CON ALMA

Jesús expulsa del cuerpo lo confuso,

echa con temple al perverso de casa,

aparta al maligno de sus vías santas,

desaloja lo desalmado y aloja la paz,

con un resucitar glorioso e inmortal.

Con la caída de nuestros patriarcas,

el trabajo se transformó en angustia,

en sangre, sudor y lágrimas perenes,

pero el proyecto celeste se perpetua,

mantiene inalterado su valor y valía.

El mismo Hijo de Dios, haciéndose

análogo en todo a nosotros cada día,

se hizo visible en las tareas obreras,

mostrándose como un operario más,

como el renuevo feliz del carpintero

II.- NOS AMPARA A QUE PERMANEZCA;

EL AUTÉNTICO ITINERARIO ESPIRITUAL DEL ALMA

Este tiempo cuaresmal que vivimos,

nos pone en ruta hacia el Redentor,

su presencia nos forma y transforma,

nos estimula a buscarle y rebuscarle,

pues Dios tiene sed de nuestra sed.

Hay que volver a la palabra etérea,

retornar a la práctica que nos vive,

volver a revolvernos contra el vicio,

reaparecer y aparecer en fidelidad,

para vivificar las obras del Creador.

Estamos en el momento del cambio,

de aprender a reprendernos para sí,

de superar nuestra pereza espiritual,

de ponernos en acción cada aurora,

para escuchar al Señor y alcanzarle.

III.- NOS AYUDA A QUE PERDURE;

EL SOSIEGO OMNIPOTENTE EN EL ALMA

Este tiempo cuaresmal que vivimos,

nos pone en ruta hacia el Redentor,

su presencia nos forma y transforma,

nos estimula a buscarle y rebuscarle,

pues Dios tiene sed de nuestra sed.

Hay que volver a la palabra etérea,

retornar a la práctica que nos vive,

volver a revolvernos contra el vicio,

reaparecer y aparecer en fidelidad,

para vivificar las obras del Creador.

Estamos en el momento del cambio,

de aprender a reprendernos para sí,

de superar nuestra pereza espiritual,

de ponernos en acción cada aurora,

para escuchar al Señor y alcanzarle.