“Renovar el misterio Redentor de Cristo, no hay cosa más grande para un sacerdote”, explicó lentamente el canónigo Clemente Castañeda Rivera durante su predicación expresada en un momento inolvidable para el presbítero José Luis Aldana Wario, que celebró en la parroquia de la Asunción en Lagos de Moreno, sus bodas de plata.

También le fue entregado por manos de los presbíteros José de Jesús Robelo Cuevas y Jaisiel Gregorio Ruiz Cervantes, la bendición apostólica de parte del papa Francisco por sus veinticinco años de ordenación sacerdotal.

“Qué hermoso es celebrar los veinticinco años, las bodas de plata se llaman, y se celebran de algún acontecimiento que fue muy significativo en nuestra vida (…) Para un sacerdote celebrar los veinticinco años es sentarse un momento a reflexionar de todo lo que el Señor nos ha concedido”, explicó el canónigo Clemente Castañeda.

Son llamados “la generación de los veinte”, y es que, según explicó el padre Clemente, es una generación recordada justamente porque fueron veinte los sacerdotes que ofrecieron sus vidas a Dios, a Cristo, quien los llamó a todos; y uno de ellos es justamente el presbítero José Luis Aldana, quien se mostró muy conmovido durante la celebración que le recordó, veinticinco años después, aquel momento de preguntas que hoy ya tienen respuestas.

“Quisiera en este día expresar mi gratitud a Dios; veinticinco años han sido un buen tiempo, para experimentar día tras día, la ternura y el amor de Dios; en días nublados, días tormentosos pero también en días muy lluviosos (…) Nunca me he sentido solo porque tengo una familia que me quiere y me ha apoyado siempre”; explicó el padre Aldana Wario, quien además es párroco de la parroquia de la Asunción.

Fue una procesión larga, las puertas de la parroquia, como en Lagos es conocida, estaban abiertas para un momento tan importante en la vida del sacerdote; lo acompañaron amigos presbíteros de diferentes puntos de la Diócesis de San Juan de los Lagos; por supuesto su familia estaba presente, viviendo con él el final de la faceta de los primeros años de sacerdocio y el comienzo de la segunda, etapa que el mismo padre Wario señaló como la renovación o comienzo donde espera ser mejor.

“Quiero agradecer mucho a quienes fueron mis alumnos. Yo siempre he creído que cuando tenga que llegar con Dios, no sé qué le voy a decir, pero si de algo puedo sentirme tranquilo es de que la página más hermosa de mi vida sacerdotal son ustedes”; expresó el presbítero.

Continuó, “Algo que le agradezco mucho a Dios es por tanta gente buena que encontrado en mi camino (…) Créanme que mi vida fue diferente desde hace veinticinco años y la página más alegre, más feliz de mi vida sacerdotal es la que he vivido desde que recibí la ordenación, que llegué aquí a mi tierra, desde que he estado junto a ustedes. Muchísimas gracias a todos, por sus atenciones, por su generosidad”.

Además de recordar a sus padres y suplicar a Dios por su eterno descanso, el presbítero asumió ante la feligresía los errores que pudo haber cometido durante estos veinticinco años, mismos por los que pidió perdón y suplicó las oraciones de todos los presentes, pero no solo para él sino por todos los sacerdotes, ya que dijo, hoy en día, ser sacerdote no es sencillo.

“Quiero también pedir perdón por las veces que no he sabido ser lo que Dios espera de mí. Como san Pablo, también tengo que decir que muchas veces no hecho el bien que quiero y en cambio el mal que no quiero lo estoy haciendo constantemente. Pido perdón a Dios y pido perdón a cada uno de ustedes, si con una palabra, con algún gesto o con alguna actitud, he sido motivo de dolor, de tristeza o de escándalo. Pido perdón por todo el mal que a lo largo de estos veinticinco años pudiera haber causado. Finalmente, quiero pedirles una oración. Sigan pidiendo por nosotros, no es fácil ser sacerdote”.