Espíritu Santo, fuente de luz, ilumínanos. Estas fueron las palabras con las que el presbítero Erik García Jiménez inició su predicación en la Catedral Basílica de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos el pasado 8 de agosto, dentro de la celebración solemne que se realiza todos los días ocho de cada mes del año, donde además de la Santa Misa, también se realiza el canto de la Salve y el rezo de la Coronita a la Santísima Virgen María.

La celebración Eucarística inició a las 19:30 horas con la procesión solemne de acólitos, presbíteros, canónigos de la Catedral y el padre Erik García Jiménez quien fue invitado a presidir la celebración.

Dentro de su homilía el padre Erik invitó a los presentes a nunca perder la fe y a reflexionar sobre la importancia de María como figura de madre y mediadora. Mencionó que, “Una madre siempre sabe lo que es mejor para sus hijos, siempre está dispuesta y pronta ante las necesidades y María como nuestra madre también sabe remediar e interceder ante su Hijo por lo más conveniente para nosotros”.

Reflexionó sobre el pasaje de la biblia,  del Evangelio según san Mateo, 15, 21-28, que nos habla de una madre que pide para su hija y a la cual Dios le dice:  ¡Mujer, qué grande es tu fe!, ¡qué se cumpla lo que quieres!, mencionó que estas palabras nos pueden dar a entender que, “Solo basta pedir algo a  Dios con fe, para que aquello se cumpla, y la realidad es que no. Y no es por generarnos un mal, si no que es porque en ocasiones pedimos para nosotros lo que nuestra débil humanidad considera necesario, y esto solo lo llevamos al nivel de lo terrenal, de lo que nos hace feliz momentáneamente”.

Pedimos pero solo lo necesario en ese momento, o lo que será conveniente por un tiempo, “Nos limitamos en pedir” y por ello en ocasiones creemos que Dios no escucha nuestra voz, que no escucha nuestras súplicas. Cuando la verdad es que la misericordia de Dios para con sus hijos es infinita, no tiene limite alguno. Es Padre providente y amoroso, da aún a pesar de nosotros mismos. Tal vez no sea lo que queremos o lo que hemos pedido, pero sin duda alguna es lo mejor para la salvación de cada uno.

Al término de la celebración Eucarística se realizó el canto de la Salve, el rezo de la Coronita de la Virgen y la bendición con la imagen peregrina de Nuestra Señora de San Juan.