Doloroso y trágico resultan ser las migraciones en los viejos continentes de Asia y Oriente, hacia Europa.  Son un fenómeno nuevo provocado por las guerras y la desintegración de las naciones que generan hambre, inseguridad, pobreza y segura muerte.

Migran con el dolor de dejar su patria y caminar vacíos. Migran huyendo de la guerra, con la esperanza de encontrar pueblos hermanos que los reciban en paz.

Pero… parece que, de corazón, nadie quiere recibirlos porque los consideran miserables. Y no les da vergüenza a los países europeos exhibir su egoísmo poco humanista que, son más los que rechazan que los que reciben. A pesar de que, en Europa, la mayoría son cristianos, no se ven urgidos por la caridad cristiana. Más bien los ven como un problema social. Y como tal, los negocian. No quieren perder el voto del pueblo que, en su mayoría, parecieran rechazarlos porque no caben en sus casas, ni en sus pueblos.

Frente a esta cultura naciente, que no haya que hacer con los migrantes indigentes, México se está enfrentando con una caravana de migrantes centroamericanos que no vienen a México, pero que, necesariamente, han de pasar por él. En los Estados Unidos de América ya los están visualizando como una amenaza que quieren que otros la espanten. Trump, con su campeón egoísmo, propone un no a los migrantes, como la única solución.

¿Qué hará México pobre con sus hermanos centroamericanos más pobres? El primer gesto del pueblo… pueblo, ha sido compartir su pobreza con ellos, porque hemos de verlos siempre como hermanos en desgracia que necesitan urgentemente nuestra caridad. ¡Ojalá que su hambre y desesperación no se tornen en vandalismo! JUNTOS COMO HERMANOS SEREMOS MENOS POBRES.