Continuamos con esta breve reflexión apropósito de la Exhortación Apostólica: Gaudete et Exsultate (Alégrense y regocíjense) Sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, del Papa Francisco.

4.- ALGUNAS NOTAS DE LA SANTIDAD EN EL MUNDO ACTUAL

Recuerda que todos estamos llamados a ser santos. Dentro del marco de la santidad que Jesús nos propone en las bienaventuranzas (Mt 5, 3-12; Lc 6, 20-23) y en el texto del juicio definitivo: “Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme” (Mt 25, 35-36); existen medios para nuestra santificación: la oración, los sacramentos (sobre todo la reconciliación y la Eucaristía), el cumplimiento de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, la devoción, el rezo del santo Rosario, los sacrificios, la dirección espiritual, las obras de misericordia espirituales y corporales, etcétera. ¡Al final de la vida seremos juzgados en el amor!

Además hay notas o expresiones espirituales, que manifiestan el amor a Dios y al prójimo, el Papa Francisco subraya cinco:

Aguante, paciencia y mansedumbre, son el antídoto contra la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y debilita.

Alegría y sentido del humor, son el antídoto contra la negatividad y la tristeza.

Audacia y fervor, son el antídoto contra la acedia cómoda, consumista y egoísta.

Vivir en comunidad, es el antídoto contra el individualismo, la indiferencia y la soledad estéril.

En oración constante, es el antídoto contra una efímera espiritualidad sin encuentro personal con Dios. Veamos cada una de ellas.

“La primera de estas grandes notas es estar centrado, firme en torno a Dios que ama y que sostiene. Desde esa firmeza interior es posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (Rom 8, 31). Esto es fuente de la paz que se expresa en las actitudes de un santo” (GE, 112).

“El santo no gasta sus energías lamentando los errores ajenos, es capaz de hacer silencio ante los defectos de sus hermanos y evita la violencia verbal” (GE, 116), la difamación, la calumnia y las ofensas a través de las redes sociales.

El santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor, esta es la segunda nota espiritual o de santidad. “Ser cristianos es gozo en el Espíritu Santo (Rom 14,17)” (GE, 122). “Hay momentos duros, tiempos de cruz, pero nada puede destruir la alegría sobrenatural, que se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo. Es una seguridad interior, una serenidad esperanzadora que brinda una satisfacción espiritual incomprensible para los parámetros mundanos” (GE, 125).

María, nuestra Madre del cielo, ella es la llena de gracia, la llena del Espíritu Santo. “Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador” (Lc 1,47). María es agradecida, y aprendió que hay más alegría en dar que en recibir. ¡Si aprendiéramos a vivir como ella, llena de gozo y paz, en Dios misericordioso y eterno!

“Al mismo tiempo, la santidad es parresía: es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en este mundo. Para que sea posible, el mismo Jesús viene a nuestro encuentro y nos repite con serenidad y firmeza: No tengáis miedo (Mc 6, 50). Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos (Mt 28,20). Estas palabras nos permiten caminar y servir con esa actitud llena de coraje que suscitaba el Espíritu Santo en los Apóstoles y los llevaba a anunciar a Jesucristo. Audacia, entusiasmo, hablar con libertad, fervor apostólico, todo esto incluye en el vocablo parresía” (GE, 129). “Los santos sorprenden, desinstalan, porque sus vidas nos invitan a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante” (GE, 138).

¿Por qué soy un cobarde? ¿Por qué en ocasiones tengo miedo de hablar con la verdad y actuar justamente? Pidamos al Señor la gracia de un corazón valiente, audaz y que no vacile. Ánimo, se fuerte y valiente. Dios es nuestro abogado defensor y María es nuestra madre que nos cubre con su manto y consuela nuestro llanto.

“Es muy difícil luchar contra la propia concupiscencia y contra las asechanzas y tentaciones del demonio y del mundo egoísta si estamos aislados” (GE, 140). La santidad exige un camino comunitario. Aprender a dejarse acompañar por buenas personas. “Compartir la Palabra y celebrar juntos la Eucaristía nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad santa y misionera” (GE, 142).

Dios es comunidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, vida común de tres personas unidas en un solo Dios verdadero que es amor. La familia de Nazaret, es comunidad de vida y amor. José, María y Jesús, son ejemplo de vida comunitaria, vida en comunión de fe, esperanza y caridad; son ejemplo de oración, trabajo, fiesta, alegría, amor, paz, unidad, presencia bondadosa y responsable.

“Finalmente, aunque parezca obvio, recordemos que la santidad está hecha de una apertura habitual a la trascendencia, que se expresa en la oración y en la adoración. El santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios” (GE, 147).

Sigue adelante, siempre hacia adelante. Camina paso a paso, por las huellas de Cristo. Al final sólo habrá amor, paz, libertad y vida eterna. Amén.