Esta es la mejor noticia: que se dio, de nuevo, el milagro de la fe, en estas fiestas de la Candelaria, dedicadas a Nuestra Señora de San Juan. Nuevamente reunió cerca de dos millones de peregrinos que desfilaron, sin parar, frente a nuestra Señora. Contra los pronósticos turísticos que bajaría la asistencia en un cincuenta por ciento, más parece que se incrementó. Pudo más la fe, que el desabasto de gasolina. Y es que, cuando los males se incrementan en nuestro “México siempre fiel,” más se aviva la fe de buscar a Dios y a su Santísima Madre.

¿Quién dijo que, el grueso del pueblo, lo que más busque, sea la felicidad terrenal? El grito vivo del pueblo canta: “Al cielo, al cielo quiero ir.” ¿Quién dijo que nuestro pueblo, al Señor Dios, dueño de la historia y nuestra más firme esperanza, como tal, no lo reconozca?

No sé usted, pero yo, cuando veo a estas interminables multitudes caminando, sin importar su mucha o corta edad, ni la adversidad del tiempo; sin importar sus cuerpos lastimados y cansados, no dejan, por eso, de caminar alegres hacia el santuario de Nuestra Señora de San Juan, yo me pregunto: ¿qué piedad los mueve? ¿Qué fe los empuja? ¿Qué premio real buscan alcanzar? Y, con muchas respuestas me contesto. De verdad que la fe mueve montañas. De verdad que hay un Dios que nos mueve desde dentro de nosotros. De verdad es que la virgencita de San Juan es milagrosa y alcanza tantos favores para quienes la invocan.

Este acontecimiento portentoso, no nos importa que no sea tomado como patrimonio intangible de la humanidad, cuando sabemos que es un patrimonio celestial que Dios nos da por la bendita intercesión de Nuestra Señora de San Juan.

Esta multitudinaria fe de tantos pueblos nos hace imaginar que confluyen, como ríos, hombres y mujeres, que levantan sus ojos al cielo, y rezan, cantan, danzan, y no dejan de caminar para agradarle a la Reina Celestial. Son realmente un espectáculo, digno de ser admirado, que, sin quererlo, nos invita fácilmente a creer en Dios y en su Reino celestial.

Ojalá que usted y yo, este milagro de fe, en la pasada fiesta de la Candelaria, cuestione nuestra fe y nos haga creer más.