La Iglesia Mexicana no es que, hoy, rece por su presidente y demás gobernantes, es algo que siempre hace, y hoy, pareciera sentir más necesidad de hacerlo porque el pueblo más lo espera y lo demanda: “acabar con la corrupción y trabajar para que no haya más violencia en nuestras ciudades y en nuestro país”. Esto último declaró el Presidente del Episcopado Mexicano Monseñor Rogelio Cabrera. Y añadió: “A esto se agregan nuevas situaciones como la atención a los migrantes”. Más adelante resaltó en su mensaje: “Consideramos que ese mandato sigue estando presente, la autoridad debe atender a las mayorías y debe atender a las minorías: debe de atender a las mayorías que votaron, necesitan quedar satisfechas con los resultados y las minorías que pensaban de otra manera, también necesitan ser convencidas que el camino que se lleva en el país es el mejor”.

La gente común pensamos que no debemos tener prisa para que nuestro presidente cumpla sus promesas de campaña cien por ciento, sino que haya resultados eficaces y que los vea el pueblo, porque al decir de los expertos, los pasos dados, hasta ahora, en cada uno de los cambios, o son nulos, o son fallidos, o no son los más adecuados. Por ejemplo, la economía mexicana se acerca a una recesión, la violencia sigue aumentando, la Guardia Nacional nace dividida entre militares, marinos y policías federales, la Corrupción aún no se mide su lucha con números de victoria. Y hay un muy largo etcétera de críticas a los protocolos no dados.

Los católicos mexicanos que creemos en la oración y hemos de fomentar la oración por el éxito de nuestro actual gobierno. Debemos –comenta el Arzobispo- también “colaborar siempre en favor de los emigrantes, de los jóvenes, y sobre todo… de los pobres”.

Debemos “animar a toda la población a ser corresponsables,… a no sumar lo negativo,… debe sumar la bondad”. Todos, pues, hemos de buscar el bien común, porque: “Somos cristianos y somos mexicanos”.